Sangre fría (Empiezo con un relato y acaba en chiste).
Una tórrida tarde del mes de agosto. Deambulo por callejuelas
del centro de Madrid. Entro en "Calle de la Cruz", me meto en
una taberna para tomar una caña de cerveza bien fresca, estaba
muerto de sed.
Apoyado en la barra, a mi lado hay tres tipos, discuten entre ellos
sobre un problema que les ha surgido en su trabajo. Uno de ellos
comenta:
—Para aplicar esta solución al problema habrá que tener mucha
sangre fría.
Otro le replica:
—¡No exageres! No hace falta tanta sangre fría, sólo un poco de calma
y sentido común.
El tercero se suma a la idea:
—El tiene razón, habrá que tener una buena dosis de sangre fría para
encarar este asunto. No valen paños calientes.
A lo que el primero insiste:
—¡Sangre fría, mucha sangre fría! Si queremos solucionarlo.
Mientras refrescaba mi gaznate con la fresca cerveza, les escuchaba sin
más. Pero al final no pude resistirme a intervenir en la conversación:
—¡Hola! Estaba escuchando cómo discutíais y me gustaría haceros
una pregunta. ¿Qué acepción le dais vosotros a la frase "sangre fría"?
Uno de ellos me responde:
—¡Te lo voy a explicar con un ejemplo! Imagina que un marido llega a su
casa y se encuentra a su esposa follando con su mejor amigo.
El marido dice entonces: "Disculpad la intromisión". ¡Esto es sangre fría!
Otro replica:
—¡No, esto no es sangre fría! Es tacto. Os explico con el mismo ejemplo.
El marido llega a su casa, se encuentra a su mujer follando... Y dice
el marido: "Disculpad la intromisión, podéis proseguir". ¡Esto es sangre fría!
El tercero también replica y dice:
—¡No, esto no es sangre fría! Es diplomacia. Seguimos con el mismo ejemplo.
Llega el marido a su casa, se encuentra a su mujer follando... Y el marido
dice: "Disculpad la intromisión, podéis proseguir". Y su mejor amigo sigue
follando a su esposa. ¡Esto sí es sangre fría!
Escribano
Nota: El relato de introducción me lo he inventado. El chiste incluido en él
no es de mi cosecha.