A los buenos días, soy El Maera.
Como en Bilbao ya casi no quedan locales de ambiente a pie de calle (el Doña Urraca lo han cerrado y sólo sobrevive el Lorea) ha habido que recurrir a los pisos.
Aquí también había problema. Valeska y Yoko, las dos casas de masajes más renombradas, están cerradas por vacaciones. Hubo que hacer I+D.
Mirando en Internet, encontré la Agencia Jone. Me contaron que estaban en la Alameda de Recalde 17 (muy céntrico) y que tenían trece chicas.
Y para allá fuimos. Empezó el paseíllo y quedamos totalmente deslumbrados. La primera en presentarse, una tal Silvia, era espectacular: rubia natural, dos ojazos azules inmensos, 1.75, piernas interminables, un culo y dos tetas de impresión y totalmente naturales. En resumen, una auténtica valquiria nórdica.
Ya ni me fijé en las otras doce chicas que nos presentaron. Mis dos amigos y yo lo teníamos clarísimo. Los tres queríamos a Silvia. Lo echamos a suertes y me tocó a mí. Estupendo.
Silvia me dijo que tenía 26 años, hija de padre alemán y madre rumana. Resultó ser muy educada y agradable, tiene mucha categoría. Cuando después de una duchita, me preparé para el turrón, se reveló como una superclase.
Me masajeó en todas las posturas y el masaje griego es una delicia. Era un espectáculo verla a través del espejo, mientras yo la disfrutaba ella fuerte de impresión. Sus dos masajes son impecables, de chica muy joven, lo que a mí me da mucho gusto. Y tiene una piel blanca y suave vamos, para acariciar. Después de la explosión, estuvimos un rato hablando de lo divino y de lo humano mientras me comía la boca. Y me costó cien euritos una hora, nada caro.
Como la niña es de bandera, es un encanto y es muy muy, seguramente repetiré con ella al menos un par de veces más esta semana, antes de que el domingo se marche a Valencia, que es donde vive habitualmente. Así que si estáis en Bilbao esta semana, ya sabéis donde hay que ir a disfrutar.
Con respecto a las otras chicas, estaba tan deslumbrado con Silvia, que apenas me fijé. Pero sin llegar a ese supernivelazo, había dos o tres que no estaban nada mal.
Luego, como tenemos más vicio que una garrota, acabamos en el Lorea y terminamos la noche perjudicados malamente. Pero esa es otra historia...
Como en Bilbao ya casi no quedan locales de ambiente a pie de calle (el Doña Urraca lo han cerrado y sólo sobrevive el Lorea) ha habido que recurrir a los pisos.
Aquí también había problema. Valeska y Yoko, las dos casas de masajes más renombradas, están cerradas por vacaciones. Hubo que hacer I+D.
Mirando en Internet, encontré la Agencia Jone. Me contaron que estaban en la Alameda de Recalde 17 (muy céntrico) y que tenían trece chicas.
Y para allá fuimos. Empezó el paseíllo y quedamos totalmente deslumbrados. La primera en presentarse, una tal Silvia, era espectacular: rubia natural, dos ojazos azules inmensos, 1.75, piernas interminables, un culo y dos tetas de impresión y totalmente naturales. En resumen, una auténtica valquiria nórdica.
Ya ni me fijé en las otras doce chicas que nos presentaron. Mis dos amigos y yo lo teníamos clarísimo. Los tres queríamos a Silvia. Lo echamos a suertes y me tocó a mí. Estupendo.
Silvia me dijo que tenía 26 años, hija de padre alemán y madre rumana. Resultó ser muy educada y agradable, tiene mucha categoría. Cuando después de una duchita, me preparé para el turrón, se reveló como una superclase.
Me masajeó en todas las posturas y el masaje griego es una delicia. Era un espectáculo verla a través del espejo, mientras yo la disfrutaba ella fuerte de impresión. Sus dos masajes son impecables, de chica muy joven, lo que a mí me da mucho gusto. Y tiene una piel blanca y suave vamos, para acariciar. Después de la explosión, estuvimos un rato hablando de lo divino y de lo humano mientras me comía la boca. Y me costó cien euritos una hora, nada caro.
Como la niña es de bandera, es un encanto y es muy muy, seguramente repetiré con ella al menos un par de veces más esta semana, antes de que el domingo se marche a Valencia, que es donde vive habitualmente. Así que si estáis en Bilbao esta semana, ya sabéis donde hay que ir a disfrutar.
Con respecto a las otras chicas, estaba tan deslumbrado con Silvia, que apenas me fijé. Pero sin llegar a ese supernivelazo, había dos o tres que no estaban nada mal.
Luego, como tenemos más vicio que una garrota, acabamos en el Lorea y terminamos la noche perjudicados malamente. Pero esa es otra historia...