A las buenas noches, soy El Maera.
Abro este hilo de homenaje a las casadas calentorras por animar un poco el cotarro y porque ¡qué coño, esas casadas calentorras también me dieron tardes de gloria!
De entre la amplísima fauna, siempre me fue muy mal con las solteras, las mocitas casaderas y las chavalas jóvenes en general. Con ellas coseché tal número de calabazas que pude poner un almacén y venderlas al por mayor. Sin embargo, con las casadas me fue bastante mejor. Y esto no es una casualidad, esto tiene una explicación racional.
Esta aseveración puede parecer muy osada, pero he llegado a la conclusión de que, a pesar de ciertas apariencias engañosas, las casadas son más fáciles que las solteras. Y son más fáciles porque:
1.- Mientras que la soltera está esperando al príncipe azul y sueña con un futuro color de rosa, la casada ya no espera a nadie y lleva una vida prosaica y aburrida, generalmente con un pichafloja que la deja a dos velas. Por tanto, cuando aparece un valiente diciendo aquí estoy yo, el efecto sorpresa hace que tenga muchas posibilidades en hacer saltar la banca.
2.- Cualquier mocita casadera tiene tras ella a un montón de moscardones. Y cuando sale a divertirse, le requiebran mil tíos. Se pasa el día comparando, midiendo, aquilatando. A la casada nadie se atreve a acecharla. Por tanto, nadie compite contigo. Eres tú o nadie.
3.- La irresistible atracción de lo prohibido favorece mucho al asaltante. La señora casada se verá tentada a vivir una aventura inconfesable. La situación es tan morbosa de por sí, que no hace falta añadir más morbo. No hace falta ser un adonis ni tener grandes habilidades sociales, con las solteras sí es necesario todo esto.
4.- La sensación de "esto se acaba". la mocita casadera desdeña oportunidades porque sabe que tiene mucho tiempo por delante. Una cuarentona casada, sabe que ya pocas oportunidades más se le van a presentar. Y aprovechará la ocasión.
5.- Una vida rutinaria y unos horarios fijos. Esta circunstancia también favorece enormemente al asaltante. Cuando ya sabes sus rutinas y sus horarios, sabrás cuando está lejos el marido, cuando va a recoger a los niños, etc... lo que te permitirá llamarla o acercarte a ella constantemente. En cambio la vida de la soltera está más sujeta a cambios de horarios, viajes sorpresa, fiestas con amiguitas lapa, y demás. Por tanto, con la soltera siempre es más difícil el reconocimiento del terreno y la aproximación al objetivo.
6.- Aquí no hay noviazgo. Por la propia naturaleza de la situación, la casada no te va a pedir que la lleves a cenar, puede ser vista por mucha gente. Por tanto, cuando acceda, será para ir al grano y follar a destajo. Y esto también supone una enorme ventaja.
La cosa suele ser rápida. Al tercer encuentro "casual" hay que poner las cartas sobre la mesa. Y resulta que muchas dicen que sí. Mientras que con las solteras la cosa siempre es mucho más lenta y sinuosa (a no ser que seas Brad Pitt, naturalmente).
Lo malo viene después, cuando estás hasta los cojones de tener que ir todos los jueves de cinco a seis al mismo hotel de las afueras, a follar a la señora casada mientras sus hijos están en natación. Y mientras tanto, el marido en la higuera. Por eso no os preocupéis, hasta la casada más lerda es una maestra del disimulo. Son ellas las que descubren las infidelidades de sus maridos y no al revés. Existen casadas expertas en la doble vida y el arte de la simulación.
Yo hace mucho que dejé de practicar el safari a la casada porque requiere de un tiempo que ya no tengo. Pero a quien le ponga verraco la vecina o la compañera del curro, y no se atreva a decirla nada porque está casada, que se anime a requebrarla. A lo mejor consigue el trofeo con mucha más facilidad de lo que pensaba.
Abro este hilo de homenaje a las casadas calentorras por animar un poco el cotarro y porque ¡qué coño, esas casadas calentorras también me dieron tardes de gloria!
De entre la amplísima fauna, siempre me fue muy mal con las solteras, las mocitas casaderas y las chavalas jóvenes en general. Con ellas coseché tal número de calabazas que pude poner un almacén y venderlas al por mayor. Sin embargo, con las casadas me fue bastante mejor. Y esto no es una casualidad, esto tiene una explicación racional.
Esta aseveración puede parecer muy osada, pero he llegado a la conclusión de que, a pesar de ciertas apariencias engañosas, las casadas son más fáciles que las solteras. Y son más fáciles porque:
1.- Mientras que la soltera está esperando al príncipe azul y sueña con un futuro color de rosa, la casada ya no espera a nadie y lleva una vida prosaica y aburrida, generalmente con un pichafloja que la deja a dos velas. Por tanto, cuando aparece un valiente diciendo aquí estoy yo, el efecto sorpresa hace que tenga muchas posibilidades en hacer saltar la banca.
2.- Cualquier mocita casadera tiene tras ella a un montón de moscardones. Y cuando sale a divertirse, le requiebran mil tíos. Se pasa el día comparando, midiendo, aquilatando. A la casada nadie se atreve a acecharla. Por tanto, nadie compite contigo. Eres tú o nadie.
3.- La irresistible atracción de lo prohibido favorece mucho al asaltante. La señora casada se verá tentada a vivir una aventura inconfesable. La situación es tan morbosa de por sí, que no hace falta añadir más morbo. No hace falta ser un adonis ni tener grandes habilidades sociales, con las solteras sí es necesario todo esto.
4.- La sensación de "esto se acaba". la mocita casadera desdeña oportunidades porque sabe que tiene mucho tiempo por delante. Una cuarentona casada, sabe que ya pocas oportunidades más se le van a presentar. Y aprovechará la ocasión.
5.- Una vida rutinaria y unos horarios fijos. Esta circunstancia también favorece enormemente al asaltante. Cuando ya sabes sus rutinas y sus horarios, sabrás cuando está lejos el marido, cuando va a recoger a los niños, etc... lo que te permitirá llamarla o acercarte a ella constantemente. En cambio la vida de la soltera está más sujeta a cambios de horarios, viajes sorpresa, fiestas con amiguitas lapa, y demás. Por tanto, con la soltera siempre es más difícil el reconocimiento del terreno y la aproximación al objetivo.
6.- Aquí no hay noviazgo. Por la propia naturaleza de la situación, la casada no te va a pedir que la lleves a cenar, puede ser vista por mucha gente. Por tanto, cuando acceda, será para ir al grano y follar a destajo. Y esto también supone una enorme ventaja.
La cosa suele ser rápida. Al tercer encuentro "casual" hay que poner las cartas sobre la mesa. Y resulta que muchas dicen que sí. Mientras que con las solteras la cosa siempre es mucho más lenta y sinuosa (a no ser que seas Brad Pitt, naturalmente).
Lo malo viene después, cuando estás hasta los cojones de tener que ir todos los jueves de cinco a seis al mismo hotel de las afueras, a follar a la señora casada mientras sus hijos están en natación. Y mientras tanto, el marido en la higuera. Por eso no os preocupéis, hasta la casada más lerda es una maestra del disimulo. Son ellas las que descubren las infidelidades de sus maridos y no al revés. Existen casadas expertas en la doble vida y el arte de la simulación.
Yo hace mucho que dejé de practicar el safari a la casada porque requiere de un tiempo que ya no tengo. Pero a quien le ponga verraco la vecina o la compañera del curro, y no se atreva a decirla nada porque está casada, que se anime a requebrarla. A lo mejor consigue el trofeo con mucha más facilidad de lo que pensaba.