Y presentado el día con picardía y optimismo, una nota sobre vuestras experiencias hecha con toda humildad.
Mi andadura en compañía de sinceras amigas elegidas desde mi propia pasión compartida con vosotros tiene una larga trayectoria. Por supuesto que es inevitable que se creen expectativas muy altas y nos gustaría a todas cumplirlas con creces.
Aunque sería el colmo recomendar que se rebajase el nivel de lo que esperáis y en el que vosotros mismos habéis tenido la generosidad de situarnos, siempre surgirán malentendidos, malos momentos o claras negligencias por nuestra parte.
Dicho esto, todos sabéis mi voluntad de complaceros hasta el extremo. Y nadie que haya sentido una decepción ha dejado de ser escuchado y resarcido en su caso si lo ha permitido vuestra benevolencia.
Si alguien sale corriendo por un malestar objetivo a los 20 minutos de una hora contratada y tarda una semana en expresarlo públicamente en este espacio, nos priva de la posibilidad de entender lo ocurrido, reparar o mejorar.
Procuro informar exhaustivamente de las cualidades de cada una de nuestras comensales e incluso sugiero una compañera más idónea atendiendo a vuestros requerimientos. Si algo sale mal, muchos de vosotros podéis testimoniar que se puede hablar con nosotras y nos desviviremos por dejaros con el mejor sabor de boca. Desgraciadamente esto no es posible en el caso de Cayena, pues hace pocos días que descansa en su hogar al otro lado del Atlántico.
Me duele tener que añadir que tampoco se podrá hacer mucho por los eternos descontentos, regateadores y demás personas que quizás deban optar por atenciones más asépticas y menos desviadas de la media. Seguramente muchas de esas profesionales nos superan con creces.
Os esperamos con ilusión.
Besos.