Foro de contactos EsasChicas, el mejor foro de contactos de España

¡Registra una cuenta gratuita hoy para hacerte miembro! Una vez que hayas iniciado sesión, podrás participar en este sitio agregando tus propios temas y publicaciones, ¡así como conectarte con otros miembros

SilviaMar, “en clave” de fantasía

Esaschicas Premium

Silviamarnarváez

Usuario Activo
Desde
25 Oct 2016
Mensajes
1,995
Puntuación de reacción
14,186
Buenas cielotes. Abro este hilo para todos los amigos (presentes, pasados y futuros), que escribís (habéis escrito o escribiréis) relatos, cuentos o poemas, y que además tenéis el amable gusanillo de querer compartirlos con el resto de foreros.

Os doy las gracias por anticipado a todos los que deseéis participar. Yo misma colgaré alguno de los que tengo en el blog o alguno nuevo, pero voy a esperar a leer los vuestros primero.

Besotes a todos mis chavalotes y ¡buena lectura!
 
Hola Silvia,
Me encanta tu idea, voy a intentar ser un asiduo de este hilo, para estrenarlo te envío este relato de una fantasía inspirada en tu belleza, simpatía y alegría. Espero que sea el tipo de textos que estás pidiendo, si te agrada publicaré más, siempre que el tiempo libre me lo permita, porque fantasías tengo muchas, tiempo para escribir no tanto. Un besazo preciosa:

Hoy te he propuesto que cenáramos juntos, has aceptado con la condición de corresponder a mi invitación ofreciéndome una copa en tu gabinete, me ha apetecido aún más la velada, hemos disfrutado cenando mientras hemos hablado y reído con múltiples locuras que se nos han ocurrido, después hemos ido a tomar algo y la música del local nos ha invitado a bailar, yo te he seguido como he podido, siempre he sido bastante mal bailarín, pero como los ojos de todo el mundo estaban puestos en ti, yo era invisible para todos salvo por alguna mirada de envidia. Lo cierto es que he descubierto que me he sentido rebosar de orgullo por la mujer que me acompaña.

Al volver de la cena te sientes contenta. Vestida de fiesta estás preciosa, como siempre. Sabes que todos los hombres que te han visto, y bastantes mujeres, te han deseado, lo has notado en sus miradas, estás acostumbrada a ese tipo de sensaciones, pero no deja de gustarte saber que eres tú quien atrae todas las miradas, quien dominará siempre la situación. Tú elijes con quien estás. Por ello me he sentido muy orgulloso, has elegido salir conmigo, me sobrecoge tenerte a mi lado, tu belleza, tu sonrisa, tus ojos, tu inteligencia, tu educación, me tienen totalmente rendido a ti.

Te has recostado en la cama, sin siquiera descalzarte. Has estado bailando, te duelen las piernas por haber llevado los tacones toda la noche. Al tumbarte, la falda se sube un poco dejando ver la mitad inferior de tus glúteos, lo sabes y me miras con sonrisa pícara, yo me quedo extasiado ante la belleza de la imagen.

Me arrodillo al pie de la cama para quitarte los zapatos y comienzo a darte un masaje con aceite aromático en los dedos de los pies que se van relajando con el paso de mis manos, subo a los tobillos y las pantorrillas, te giro del todo dejándote boca abajo, el masaje va subiendo, ahora las partes de atrás de las rodillas, los muslos, los glúteos…

Te quito la falda y el top, me pongo a caballo sobre tus muslos y comienzo un masaje por tu espalda, tu piel se eriza en algunas zonas, te oigo ronronear muy suave, tu cuello agradece el masaje, lentamente vas notando como se relajan todos los músculos. Beso tu cuello y, poco a poco, voy bajando mis labios por tu espalda, llego a tus glúteos, me recreo en ellos, me acerco al perineo, lo beso tiernamente y, siguiendo mi recorrido, bajo mis labios a tu muslo, recorro con mis besos toda la pierna hasta los dedos del pie que se retuercen entre cosquillas y placer.

Cambio de pie, ahora tus dedos saben lo que les espera y lo desean, saben que el placer es más fuerte que las cosquillas, te centras en sentir ese placer, en dejarte llevar por el placer que te provoco al estar jugando con tus dedos entrando y saliendo de mi boca uno a uno mientras mis labios los succionan. Subo besando toda la pierna hasta tu otro muslo, me gusta ver como mis besos ponen la carne de gallina en tus glúteos. Suavemente te doy la vuelta, tus ojos están cerrados, tu cara está muy relajada, mis besos en la parte interna de tus muslos provocan un estremecimiento en ti, me acerco a tu pubis, lo beso suavemente. Tímidamente comienzo a jugar con mi lengua en tu clítoris, tu respiración se acelera lentamente, se hace más profunda, tus caderas comienzan a subir y bajar rítmicamente, arqueas tu espalda buscando mis besos con tu pubis, tus manos sujetan mi cabeza.

Sigo besándote y dejando que mi lengua juegue con tu clítoris, tu respiración suena cada vez más alto, jadeas, estás disfrutando el juego de mi lengua, tus caderas se mueven a un ritmo cada vez mayor, oigo, huelo, veo tu placer, sigo besándote el clítoris, succionando suavemente, no quiero que acabe, introduzco un dedo buscando tu punto G, lo acaricio y noto que está muy inflamado, lo presiono con suavidad arriba y abajo, al principio despacio, al ritmo de tus caderas pero voy acelerando el ritmo de los movimientos de mi dedo a la vez que mi lengua sigue jugando con tu clítoris y mis labios lo rodean haciendo succiones rítmicas y suaves.

Ahora estás más tensa, tus caderas en este momento suben y bajan lentamente, pero es un movimiento mucho más intenso, entrecortado, con sacudidas, cada movimiento busca mi lengua, mi boca, mi dedo. Repentinamente estallas en espasmos de placer, has llegado al clímax y has mojado mi cara y mi pecho. Te ríes nerviosa, estás feliz, casi tanto como yo. Subo a besar tu boca, tengo todo tu sabor en mis labios y, ahora, besándote, tú estás percibiendo ese sabor. Nuestras bocas se besan con pasión, te abrazo y entro en ti despacio, poco a poco, quiero estar seguro de que quieres recibirme.

Tú me abrazas con brazos y piernas, no puedo retener mi ritmo y subo la intensidad de mis golpes de cadera, quiero llegar contigo, oigo tu respiración otra vez jadeante, otra vez intensa, otra vez entrecortada, siento un placer inmenso ayudado porque tú estás estremeciéndote, acercándote al clímax otra vez, abrazándonos y moviéndonos al mismo ritmo nos fundimos en un intenso orgasmo. Vuelves a reír de placer, te oigo susurrar entrecortada, “sigue, sigue”…, me incorporo un poco, quiero ver tu cara, tu cuerpo mientras mis caderas siguen golpeando rítmicamente para mantenerte en ese estadio de placer que puedo percibir en tu piel, en el movimiento de tu pecho, en el movimiento de tus caderas, en la sonrisa entreabierta de tus labios…, tus ojos cerrados te permiten mantenerte en la ensoñación del placer…

Arqueas tu espalda, levantas tu pubis buscando mi pelvis que sube y baja para seguir golpeando tu cuerpo intensamente, de repente un grito exhala de tu garganta, a la vez me agarras de las caderas atrayéndome a tu cuerpo, ya no mueves tus caderas para buscar las mías, ahora estás unida a mí sin querer separarte, tu cuerpo se mueve convulsivamente, te estremeces en espasmos de placer.


Poco a poco tu respiración va pausándose, ahora haces inspiraciones profundas, lentas mientras empiezas a entreabrir los ojos, me miras y sonríes, no hace falta que digamos nada, has disfrutado tanto como yo del momento, sabemos que siempre tendremos este recuerdo en nuestras cabezas, en nuestros corazones también, nadie podrá quitarnos esta sensación de placer que soñaremos repetir hasta el infinito. Me acerco a tus labios y te beso, te beso en profundidad, te beso jugando con tu lengua, te beso mezclando nuestros fluidos y sabores… Te beso y ni tú ni yo queremos que se acabe ese beso.


Espero que te guste Silvia, incluso que haya despertado algo la llama del deseo... aunque eso es ya demasiada pretensión por mi parte... Un besazo Silvia. Hasta pronto.
 
Hola guapísima, espero que te guste.
Tú sabes que no es lo que mejor se me da, pero a veces las musas hacen más que los poetas. Y tú eres una auténtica musa.



Cómo vivir sin ti y ese deseo

de perseguir tenerte en la mañana,

saborear las curvas de tu cuerpo

y acariciar tus senos y tu espalda.

Cómo no ser viajero entre tu pelo

y recorrer tu cuello con mi besos,

descubriendo el secreto de tus labios

y el calor de tus manos y tu sexo.

Cómo no ver el mar en esos ojos

el brillo en tu mirada y ese gesto,

si inundas con tu risas el silencio

y colmas de propósitos mis sueños.

Cómo romper el molde de tu cuerpo

para que nadie clone tu fachada

tú que eres única, perfecta,

diamante azul, perla, esmeralda.



Para ti SilviaMar.
 
Cuando pasé de los 40 tuve una grave crisis personal. Mi aspecto físico empeoró, un mal divorcio y la perdida mi trabajo de siempre hicieron que tuviese que cambiar de vida. Esta situación me llevó hasta una agencia de colocación que me ofrecía trabajos inverosímiles.

No os contaré todas las absurdas ofertas que tuve que aceptar excepto una.

Un fin de semana se celebró una convención de aficionados al cómic, una Comic-Con en el lenguaje de sus seguidores. Estas convenciones son ferias en las que los aficionados a los cómics y películas se reúnen para conocer a sus autores, actores, etc. Estas ferias están animadas por "cosplayers" o modelos disfrazados que representan a esos personajes.

En aquella época se había puesto de moda un antihéroe cuarentón, perdedor y desaliñado con el típico disfraz de superhéroe de Lycra que le daba un aspecto gracioso. En el fondo me sentí realmente identificado con aquel personaje cuando hice el casting y, además, estaba muy bien pagado porque, al no poder quitarte el traje y el maquillaje, te pagaban 12 horas de trabajo ininterrumpidas aunque estabas descansando la mitad del tiempo en unos camerinos.

Llegó el fin de semana de la convención y muy temprano me presenté en el Palacio de Congresos para el vestuario y el maquillaje. Mientras me maquillaban y me ponían un mono de Lycra de cuerpo entero con los accesorios, poco a poco fueron llegando otros cosplayers profesionales que traían sus propios disfraces y su parecido con los personajes era increíble.

Durante la convención, los cosplayers nos reuníamos en las zonas de descanso para charlar. La mayoría eran jóvenes cosplayers muy aficionados a este tipo de series, películas y cómics, por lo que no encajé excesivamente con ellos.

Pilar era una guapísima modelo que representaba en esta ocasión a Zero Two, un personaje de anime de la serie Darling in the Franxx. Alta y delgada, su pelo largo y rubio iba recogido por una diadema a juego con su mono de látex rojo con franjas blancas marcando el pecho, cintura y caderas, así como la banda del muslo de las botas altas de tacón.

Entre todos ellos, Pilar fue la única con la que pude charlar con normalidad sobre algo que no fueran cómics y superhéroes y terminamos pasando mucho tiempo juntos en la zona de descanso y, a medida que pasaban los días, fui descubriendo que Pilar era una chica encantadora, dulce, culta, muy divertida y tremendamente sexy.

Los complejos disfraces impedían quitárnoslos durante toda la jornada y nos paseábamos por la zona de descanso disfrazados con los ajustados monos de látex y Lycra. El primer día descubrí una de las incomodidades más grandes a las que se enfrentan los actores con el vestuario: los trajes de superhéroes no son cómodos para ir al baño. Intrigado con este descubrimiento, no pude evitar al cabo de los días preguntar a Pilar cómo se las arreglaba ella mientras estábamos desparramados uno frente al otro en los sillones de descanso.

Muy simpática y divertida por mi curiosidad, me explicó cómo los modelos con faldas largas y pomposas con cancán eran los más molestos mientras que los monos de látex y Lycra que ella usaba eran realmente prácticos gracias a una cremallera secreta. Asombrado, me quedé mirando fijamente su disfraz y ella sonriendo levantó una solapa bajo su ombligo mostrando una cremallera que lentamente bajó dejando a la vista su pubis. Al notar cómo los ojos se me pusieron como platos, puso morritos y siguió bajando la cremallera dejando a la vista su depilado sexo ya que no llevaba ropa interior. Pasó un dedo separando sus pliegues y volvió a cerrarlo. Yo no podía creer lo que acababa de ver.

Los días siguientes fueron tranquilos y los organizadores nos pidieron sesiones de fotos conjuntas con visitantes para promocionar el evento en redes sociales. En una de ellas, me tocó compartir una sesión con Pilar. Pasamos en el photocall una hora sin demasiado movimiento y ella estuvo haciendo el tonto poniendo posturas. Verla haciendo aquello me excitó tanto que tuve una gran erección sin darme cuenta.

Llegó un grupo para hacerse la foto y Pilar giró para ponerse a mi lado.
—Estos disfraces no disimulan nada, ¿verdad? —dijo mientras se rozaba con mi pierna. Mi excitación creció aún más. ¿Me estaba provocando? Aquel momento me pareció una eternidad pues no pude evitar seguir mirando sus largas piernas, infinitas sobre los tacones de las botas y su cuerpo, mientras se movía en posiciones exageradas que dejaban ver sus grandes pechos y su culo, con el ajustado traje de látex.

Al terminar la sesión tuve la erección más potente de mi vida. Ella me miró, se mordió el labio, pasó junto a mí y yo la seguí hasta uno de los vestuarios de la zona de descanso. Entramos y cerró la puerta. Giró y me beso apasionada mientras la abracé con fuerza. Nuestros cuerpos se frotaban animados por nuestro vestuario y ella se colocó con la espalda contra la pared y apoyó la pierna sobre un banco dejando que colocara mi cuerpo entre sus piernas. Nuestros sexos se frotaban con frenesí hasta que empujó mi cabeza para que me agachar mientras abría la cremallera que me había enseñado días antes. Con la pierna en alto tuve acceso pleno para besar con cuidado cada parte de su piel y me tiró del pelo para que me sumergiera en ella. Saqué la lengua y fui haciendo círculos guiado por su respiración. Tiró de mí y se agachó para abrir mi pantalón liberando mi presión. Comenzó a chupar y cogió con sus dos manos mi culo obligándome a mover mi cadera adelante y atrás. Yo seguía su movimiento que aceleró tanto que me obligó a coger su cabeza para acompasarlo. Chupó hasta el fondo pasando su lengua por todas partes dejando un reguero de saliva que extendió con su mano hábilmente y volvió a ponerse de pie apoyando su pierna sobre el banco. No hizo falta usar las manos. Nos unimos mientras yo masajeaba sus pechos, cuyos pezones erizados no se podían disimular bajo la tela elástica. Nos besamos con fuerza uniendo nuestras lenguas. Cansado de la postura, me senté en el banco y ella se sentó sobre mí a horcajadas controlando totalmente la penetración, que en un momento fue salvaje y profunda. Casi brutal. Cuando no pudo más, me levantó y se tumbó en el banco levantando sus piernas. Lamí sus tacones y ella soltó un gritito de sorpresa y excitación. Juntó sus pies sobre mi pecho acariciándome la cara con el tacón mientras la penetraba lentamente tirando de sus muslos. Abrió sus piernas al máximo apoyándose en las paredes para que entrara a fondo mientras se acariciaba el clítoris con la mano hasta el orgasmo. Juntó los talones y con los tacones en mi cintura marcó un ritmo que junto a su jadeo, me provocó y, segundos después, notando mi excitación la sacó y me masturbó en el momento que la rocié sobre el vientre llegando hasta el pecho dejando correr por el látex un reguero que bajaba hasta el ombligo. Nunca he llamado la atención por mis atributos, pero ella rió ante el exceso que escurría por su traje.

No volvimos a hablar de aquello. No se repitió ni, terminado el evento, volví a encontrarme con Pilar. Pero cada noche vuelvo en sueños a aquel vestuario.
 
Aquí tienes otra fantasía, espero que te guste y la disfrutes, la he tenido que dividir en dos partes porque el foro no permite textos demasiado largos...:

Hemos hablado mucho de mis viajes en moto, a ti las motos te dan miedo, pero también sientes una cierta atracción por ellas. Te he comentado que más de una mujer me ha dicho que dar un paseo en moto les produce una cierta excitación sexual, incluso alguna me ha comentado que ha llegado a sentir un orgasmo mientras iba montada en el asiento de atrás. Yo no he sentido nada parecido, a mí me gusta llevar las motos, pero mis placeres en ellas nada tienen que ver con el sexo. Cada vez que hemos hablado de ello me has mirado con cara de incredulidad, por ello te he retado a venir de excursión conmigo, a hacer una rodada por la sierra de Guadarrama.

Después de mucho insistir y de regalarte un mono de cuero para hacer más presión, te has rendido y has aceptado el reto, mañana iré pronto a recogerte para dar nuestro paseo en moto.

Te has puesto el mono de moto como te pedí, sin nada debajo, ni siquiera ropa interior, es de cuero, así tu piel está en contacto con el cuero del traje, “piel con piel”, ciñéndose a cada centímetro de tu cuerpo, marcando tus líneas, ajustándose como una segunda piel a tu espectacular figura.


Cuando te he recogido me he quedado extasiado mirándote, estás impresionante, eres impresionante. Sé que te sientes insegura, quizá por saberte casi desnuda en plena calle o por el miedo a la moto, lo cierto es que tienes una sensación extraña, una fragilidad que nunca has percibido ya que siempre has sido fuerte y decidida, siempre has dominado la situación. Pero, al salir a la A-VI, paramos en una gasolinera que está llena de gente, las mujeres te miran con envidia, el mono no podría sentarles a ellas como a ti; además, todos los hombres y bastantes mujeres, te miran con deseo, al principio piensas que pueden ser miradas de otro estilo, pero te hago ver que son miradas casi lascivas, gustas a la gente, te desean y te sabes el centro de las miradas, te gusta esa sensación, aunque siempre me dices no darte cuenta de que todos te miran. Yo me siento muy orgullosos de tenerte a mi lado, presumo de acompañante mientras despierto la envidia de los hombres que nos ven… ¡Que rabien! Has vuelto a recuperar tu seguridad de siempre, al menos mientras no estamos montados en la moto...

Salimos de la gasolinera e iniciamos nuestro viaje hacia Segovia, poco a poco voy incrementando la velocidad, quiero que te vayas acostumbrando, al pasar por Torrelodones nuestra velocidad está en el entorno de los 180 km/h, empiezas a ponerte un poco nerviosa, no hay muchos coches en la carretera, pero los ves pasar para atrás y te inquieta, estamos en las curvas enlazadas de Parque-Lagos, notas que hemos tumbado la moto a izquierdas en la bajada, no comprendes como no nos caemos, ves la carretera muy cerca de nuestros cuerpos, estamos en la curva y cada vez más rápido, miras por encima de mi hombro y ves que el velocímetro marca casi 200 km/h, te sobrecoges, te abrazas aplastando tu pecho contra mi espalda, ya estamos iniciando la subida, seguimos igual de tumbados a izquierdas, notas que empezamos a enderezar la moto, para tumbar ahora a derechas siguiendo el trazado de esta segunda curva, es más corta que la anterior, pero, aunque es en subida seguimos a 200 km/h, en la salida de la curva enderezamos la moto acelerando un poco más, en el velocímetro ves 220…

El miedo, el estrés, las vibraciones del motor y la sensación de dependencia del piloto te han provocado una descarga de adrenalina continuada y con ello una excitación que parece sexual, no sabes cómo explicarlo, pero en esta situación de miedo me deseas, a mitad de la primera curva has apretado tu pubis contra mi cuerpo, igual que tu pecho, al notarlo sé lo que está pasando y me alegro, reduzco un poco la velocidad, quiero que puedas disfrutar el momento sin estropearlo con tu miedo. En Villalba salimos de la autopista y empezamos la subida a Navacerrada por la carretera del puerto, aunque la velocidad ahora es mucho menor, el trazado en curvas y la estrechez de la carretera te mantienen en esa excitación, de alguna forma haces un movimiento rítmico apretando tu pubis contra mi culo, me gusta sentir esos movimientos. Una curva a derechas seguida de otra a izquierdas, curvas suaves hasta que coronamos el puerto. Empezamos la bajada y ahora sumas una sensación de vértigo a todo lo que ya estabas sintiendo, tu excitación no baja, al contrario, cada vez deseas más tenerme, empezamos las horquillas de bajada, son 7 curvas seguidas en las que cambiamos de orientación, de este a oeste, de oeste a este, las tomamos despacio, pero es como si bajásemos un gran escalón en cada curva, tú no sientes ya la moto, estás más centrada en tu deseo y placer autoprovocado presionando rítmicamente tu pubis contra mí. Al final de estas curvas cruzamos el río Eresma sobre el puente y, poco más adelante, salgo de la carretera a un aparcamiento que hay en el bosque de Valsaín. Como es día laborable no hay ningún vehículo allí. Bajamos de la moto y te tomo de la mano. Sé que estás deseando tenerme dentro de ti, te beso dulcemente y tu respuesta es algo más intensa. Tiro de ti y vamos andando, adentrándonos en el bosque después de cruzar el río por un puente peatonal, empezamos a subir por la ladera del monte y, arriba, alcanzamos un claro en el que dos caballos pastan en el prado, hay también dos piedras enormes con la superficie suavizada por el viento del valle soplando a lo largo de los años...
 
Continuación:

El Sol templa el ambiente y provoca unos reflejos en tu pelo que resaltan tu belleza. De pie, de espaldas a una de esas piedras te bajo la cremallera del mono, puedo observar tu pecho, extasiado, te doy un beso rozando tus labios, es una caricia suave pero intensa, me gusta respirar tu aliento.

Mientras, mis manos bajan el mono por tus brazos y tu cuerpo hasta la cintura, me separo de ti un momento para terminar de bajarte el mono y quitarme el mío, estamos completamente desnudos en el monte, sólo nos observan los dos caballos, al volver a besarte me abrazas juntando nuestros cuerpos, la presión de nuestros labios se incrementa poco a poco por voluntad de los dos, tu pecho en el mío, tus pezones rozándome, haciendo que me estremezca de placer, quiero besar todo tu cuerpo.

Empiezo a deslizar mis labios por tu cuello, pronto estoy bajando por el pecho mientras te reclino sobre la piedra, sigo bajando y ahora beso tu abdomen, muy lentamente, me acerco a tu pubis, jugueteo con mis labios y mi lengua sintiendo cómo vuelves a mover rítmicamente tu pubis para apretarlo, esta vez contra mi boca, me acerco a tu clítoris para que mi lengua juguetee con él, está muy húmedo, su sabor dulce me excita todavía más, escucho tu respiración profunda e intensa, entrecortada en las inhalaciones, no puedo esperar más, necesito sentirme dentro de ti, me incorporo y, con suavidad, apoyo mi pene en tu pubis, vuelvo a sentir tu presión, tu pubis se prieta contra mi pene, flexionando mis rodillas un poco, pongo mi pene en la entrada de tu vagina.

Permanezco quieto, con mi pene apoyado en los labios en tu entrada, demorando el momento de entrar hasta que tú decides, con un movimiento lento, que entre dentro de ti, el calor y la suavidad de tu interior me provocan un intenso placer, comienzo a moverme lentamente, escuchando el ritmo de tu respiración, tus brazos me aprietan contra ti, tus manos sujetan mi cabeza para acercar tus labios a los míos, mis manos te sujetan por las caderas, entro y salgo al ritmo de tu respiración, cada vez más fuerte, cada vez más rápido. Tus besos me permiten volver a respirar tu aliento que exhalas entrecortado, tu cuerpo se estremece, tus caderas incrementan su ritmo y me empujan cada vez con más fuerza, estamos llegando al clímax juntos. Yo no puedo esperar más, al estremecerte entre risas de placer se producen contracciones en tu interior que me provocan un orgasmo intensísimo, los dos nos abrazamos y besamos, poco a poco recuperamos la calma de nuestros cuerpos, pero seguimos besándonos con pasión. sabemos que hemos compenetrado nuestros cuerpos y deseos para ser sólo uno, sólo un deseo. Los únicos testigos son los caballos que siguen pastando indiferentes.

Te tumbo en el prado sobre mi mono y te abrazo contra mi pecho, no quiero que se acabe este momento, tu desnudez en la naturaleza es lo más bonito que he visto nunca.

Te abrazo y te aprieto contra mi cuerpo, acaricio suavemente tu espalda que se arquea al sentir mis manos, tu pecho se muestra orgulloso ante mis ojos, lo beso, dejo que mi lengua juegue con tus pezones, mis labios succionan el pezón que aumenta su tamaño, apoyo mis dientes en él y lo mordisqueo con mucha suavidad, noto que te estremeces suavemente, pienso que quieres más, apoyo mis manos en tu culo y bajo mi boca recorriendo todo tu cuerpo hasta llegar otra vez a tu pubis, mi lengua acaricia tu piel, es suave y caliente, bajo un poco más, estoy en tu clítoris, vuelvo a succionarlo, al hacerlo oigo que tus gemidos se intensifican, tus glúteos se contraen y aprietas tu pubis contra mi cara, sigo succionando mientras dejo que un dedo se deslice en tu vagina buscando tu punto G. Al localizarlo hago una suave presión que libero rápidamente para volver a presionar…, sigo ese juego amoldando el ritmo al movimiento de tus caderas, mientras mis labios siguen “mamando” tu clítoris, la mano que sigue apretando tu culo se mueve ligeramente para acercar la yema de mi dedo a tu perineo, acariciándolo con mucha suavidad, haciendo ligeras presiones, amenazando con entrar, pero sin llegar a hacerlo. Los movimientos de tus caderas son cada vez más rápidos todos mis movimientos están siguiendo tu ritmo hasta que exhalas un grito de placer, en ese momento, acompañado de convulsiones de tu abdomen, has alcanzado el momento de éxtasis conmigo entre tus piernas, han sido varias convulsiones que han provocado que mojases abundantemente la hierba, el mono y mi cara.

A medida que te has ido calmando y tu respiración se relajaba, he separado mi cara de tu pubis para subir por tu cuerpo y acercarme a tu cara, te iba a preguntar si podía besarte, pero te has lanzado a besar mis labios sin darme tiempo a decir nada, estamos besándonos y compartiendo el sabor de tu cuerpo, eres dulce, hueles dulce, sabes dulce…

Es un gran momento y no quiero que se acabe, me separo un poco para mirar tus ojos, están brillando de alegría, quizá de felicidad, “Me gustas mucho y quiero que te sientas muy bien conmigo”. Tus labios se entreabren, pero no dices nada, te acercas a darme un beso y tus ojos son los que me responden: sí, te sientes muy bien conmigo.


Nos quedamos un buen rato abrazados, desnudos en mitad del monte, arropados por los árboles del bosque de pinos, con dos caballos por testigos.
 
Hola Silvia,
Este es un relato un poco más breve, pero me permito soñar con esta fantasía, la noche, tú y yo...

Después de cenar, me acercas a donde habíamos quedado a tomar un aperitivo, desde allí nos fuimos a cenar en tu coche los dos porque, con tu falda, no debíamos ir en la moto. Ha sido una cena muy divertida, nos hemos reído juntos de todo y todos los que nos rodeaban, hemos seguido creando nuestra zona de complicidad y nos compenetramos muy bien con las bromas, casi podríamos decir que empezamos a leernos la mente. En el coche no he podido dejar de mirar tu cara, tus ojos, tu sonrisa… Es cierto que estás atenta a la carretera, pero sabes que te estoy mirando y no te pone nerviosa, al contrario, te sientes muy bien, diría que te gusta que te esté mirando, diría mejor, admirando. Estoy callado, pero el silencio no está siendo incómodo, tu cabeza está a dos mil revoluciones, algo estás maquinando y por eso no echas de menos mi conversación. Una de las veces que vas a cambiar de marcha pongo mi mano en la tuya, es la 1.ª vez, aparte del saludo al encontrarnos, que rozo tu piel y siento un cosquilleo especial, me doy cuenta de lo mucho que te deseo, también percibo una sonrisa muy disimulada, te ha gustado que te coja la mano. ¡Vamos Bien! De repente me preguntas si me importa que pares un momento o tengo prisa.
  • “En absoluto, no tengo ninguna prisa. ¿Quieres tomar algo más?
Sin responderme giras un poco más adelante por una calle y entramos en una zona bastante aislada y solitaria, sólo se ven dos coches aparcados, fácil adivinar que eran parejas dedicándose un poco de cariño. Aparcas, te giras hacia mí y me dedicas una sonrisa, ahora totalmente abierta, no necesitamos decir nada, sabemos lo que queremos los dos, me acerco a tus labios y los beso, sólo rozando tus labios, un beso largo y dulce, que hago descender por tu cuello, bajo a tu escote que ha estado toda la noche llamando mi mirada, aunque yo me resistía no queriendo resultar un gañán grosero. Oigo tu respiración un poco más intensa, sólo es un pequeño matiz, pero es suficiente para saber que soy bien recibido, con mi mano abro los botones de tu blusa mientras mis labios siguen besándote, he bajado hasta el abdomen y estoy jugando con tu ombligo, parece que te hago cosquillas así que decido no abusar, no quiero cortar el clima del momento, bajar más es difícil, estás sentada con el volante cerca y mi cabeza no tiene hueco para pasar, decido saltar a tus piernas, he subido un poco tu falda y tengo tus muslos al descubierto, mi mano derecha está acariciándolos y noto como tu piel se eriza con el roce de mis dedos por la cara interna de tus muslos, me siento otra vez en la adolescencia robando caricias permitidas. Mi boca se acerca a mi mano y comienzo a besar tus piernas bajo el volante, despacio, muy despacio, me acerco a tus ingles, noto como tus caderas comienzan un movimiento rítmico muy lento, muy suave. Tu respiración es un poco más intensa, más profunda y levemente entrecortada. Estoy besándote por encima de tus braguitas, están muy húmedas y tus movimientos son entre cortados, has bajado tus manos a mi cabeza, me acaricias el pelo, de vez en cuando aprietas un poco mi cabeza contra tu cuerpo, decido ayudarme con mis dedos para retirar las braguitas y poder besarte directamente, empiezo a jugar con mi lengua y tu clítoris, tus movimientos son ahora muy intensos, aprietas tu pubis contra mi cara, tus manos me sujetan fuertemente, te oigo jadear y decido introducir un dedo buscando tu punto G, lo noto muy inflamado y dejo que mi dedo lo acaricie y apriete muy suavemente, de forma rítmica a la vez que mi lengua sigue saboreando y jugando con tu clítoris, oigo tu placer, lo huelo, lo saboreo y sé que estás a punto de llegar al clímax, sigo aumentando el ritmo de mi lengua y mi dedo y tu me correspondes al mismo ritmo con tus caderas, repentinamente estallas en carcajadas y convulsiones de placer, me siento muy feliz por haber conseguido juntos que alcanzases el clímax con el juego de mis labios, mi lengua y las caricias de mi dedo… robándole el protagonismo de tu placer a otra parte de mi anatomía, nuestra complicidad ha permitido que no hiciese falta hablar de ello para saber lo que teníamos que hacer los dos, escuchar tus gemidos, sentir tu cuerpo arquearse, estremecerse es el mejor faro para descubrir el rumbo a tu placer. Mis labios siguen besando tu pubis, sin rozar tu clítoris, ahora tenso y demasiado sensible para poder recibir mis caricias sin molestias o dolor, tú sigues abrazando mi cabeza contra tu pubis, recibiendo la suavidad de mis besos como un bálsamo que te devuelve la calma. Tu respiración va relajándose poco a poco y también se relajan tus manos. Subo hasta tu cara y beso tus labios otra vez, sé que tengo tu sabor en ellos, pero compruebo que no te importa y me lanzo a besarte apasionadamente. Cuando me separo un instante me preguntas:
  • “Y ¿tú?".
  • “A mí me has hecho muy feliz, esta noche ya he disfrutado mucho más de lo que podía soñar, la próxima vez que estemos juntos me llevarás al nirvana, pero ya te dije que esta noche quería salir a cenar contigo, que esta noche mi placer sería el tuyo”.

Se me ocurre que podríamos iniciar un juego Silvia, tú me das un tema, o una palabra, como "trío" o "ducha" o "cubo" o lo que se te ocurra y yo te escribo una fantasía con eso. además se podrían apuntar los foreros que quisieran participar.
Un besazo Silvia, hasta pronto, siempre en mis fantasías. :love:
 
El encargo (Relato) Primera Parte

Hace ya dos dias que no salgo de casa. Aquí sigo, sola. Son ya cuarenta y ocho horas seguidas en las que no he pegado ojo intentando escribir alguna línea. Sobrevivo alimentándome de galletas de canela y bebiendo toneladas de cafeína. Café muy dulce, bien frío, casi siempre con hielo. Este verano estaba siendo especialmente caluroso y el calor no se me quitaba con nada.

Desnuda, sentada frente al ordenador de vez en cuando aprovecho los hielos sobrantes del café y me paso un par de cubitos por las sienes, por la nuca, sentía algo de frescor, pero no demasiado. Haciendo circulitos por el pecho bajaba hasta las areolas que al instante se me contraían, los pezones respondían creciendo como chupetes helados. Me gusta esta visión. Me encanta verlos así. Pequeños garbanzos duros y oscuros. Lástima no llegar a ellos con mi propia boca. Aunque mis pechos tienen buen tamaño, sé que no llego hasta los pezones. Ya lo he intentado. Me encantaría , alguna vez, poder succionármelos mientras me masturbo. No puedo evitar entretenerme con los hielos ahí, hasta que al final, tanto frío me llega a hacer un poco de daño. Busco esa sensación de placer al límite del dolor de forma obsesiva. Me lo tengo que hacer mirar..., no debe ser normal.

La humedad relativa del ambiente este verano en Madrid es tan alta que aún dentro de casa noto las gotitas de condensación resbalando por la piel, desde el canalillo hasta el ombligo. El pubis se me derrite sobre el tapizado sintético de la silla, así que bajando un poco más la mano, hago que los cubitos acaben refrescando también mi clítoris. Si a estas alturas el hielo no está demasiado derretido acabo metiéndolo dentro del coño. Pero no siempre. Porque eso me pone muy cachonda y tengo que masturbarme cada vez. No puedo evitarlo. Luego no rindo con el trabajo. Estos orgasmos son bestiales. Tardo más en correrme porque el hielo, al principio, anestesia un poco. Pero el orgasmo llega potente y me deja un buen rato fuera de juego. Me supone un gasto energético importante. Es lógico que esté tan agotada y que no pueda trabajar. Normal que no avance con este engorroso encargo. Me siento pegada al asiento. ¿Eso se puede decir? Parece disonante. Siento y asiento en la misma frase. Sí. Es definitivo. Suena bastante regular, tirando a mal. Pues nada, lo borro.

Estas sillas de polipiel son lo peor para el verano. Aún sin ropa como estaba podía sentir el fuego de la tarde ardiendo entre las piernas.

En la pantalla del ordenador, en la parte superior izquierda parpadea una raya vertical negra que con un latido intermitente e hipnótico, aparece y desaparece, esperando a que teclee de una vez, a que comience a escribir, esperando a que termine el dichoso encargo. Un relato erótico... uffff..., es la primera vez que Luis, mi redactor jefe, me pide que escriba algo de este género. Debería ser fácil, me repetía de forma cansina a mí misma por ciento enésima vez... ¡Por Dios! Cinco años en la facultad de periodismo, doce años más corrigiendo galeradas como fija discontinua en la misma empresa, ¿ y no eres capaz de escribir una línea? EvaMaría Gómez Marchena, céntrate, tienes 38 años, piensa, no puede ser tan difícil..., eres sexualmente activa, imaginativa, inteligente y lo suficientemente guapa como para que desde los dieciséis no te hayan faltado pretendientes para echar un polvo cada vez que te apetece..., por no hablar de que te gusta todo tipo de fruta, los plátanos y las brevas..., fruta verde y madura. Qué más da. Alguna vez hasta algo pasadita. Acuérdate. Has tenido en tu cama chicos y chicas, hombres y mujeres, algunos guapísimos, otros no tan guapos por supuesto, reconócelo. Te han besado y has besado, has lamido y te han lamido. Te han chupado desde la cabeza hasta los pies. Algunas veces hasta eso, has tenido amantes literalmente a tus pies. Que te encanta dominar, ya lo sabes. Material suficiente en tu memoria para escribir un libro sobre sexo y erotismo puro. Así como el turrón..., sexo blandito y sexo también del duro.

Cabalgando el arcoíris has tenido orgasmos de todos lo colores, y a pesar de tanta experiencia, llevas ya dos días con una página en blanco frente a la vista, bloqueada, sin saber cómo empezar..., por no tener no tienes ni el título... y lo malo es que faltan pocos días para que venza la fecha de entrega..., son 3000 € por un relato corto..., no esta mal pagado. De hecho está muy, pero que muy bien pagado. Te hace falta ese dinero. Mejor dicho. Necesitas esos 3000. Maldita sea, déjate ya de historias y escribe, nena. (Continúa…).

Os dejo un escrito que tengo colgado en mi blog hace tiempo.

@Torque, qué buenos tus relatos. Escribes muy bien. Enhorabuena. Y tu idea me parece estupenda. Me has recordado a una persona a la que yo quiero mucho y que cuando yo era pequeña jugaba así conmigo. El me daba tres palabras y yo le contaba un cuento con ellas. Me encanta. ¡Gracias por proponerlo!

Espero que también participéis los demás.

@Eber, precioso tu poema. Mil gracias cielo.

Carrera. Pulsera. Succión.
 
Hola Silvia, me alegro recordarte a gente querida y buenos momentos. Por cierto, tu relato es magnífico, me ha encantado, tengo que visitar tu blog porque seguro que encuentro verdaderas joyas de la literatura íntima.
Por cierto, no lo has puesto precisamente facil, relacionar esas tres palabras en un escrito no ha sido tan sencillo como pensaba... Casi me sentía capaz de escribirte un relato de mis fantasías contigo con cualquier tema o palabra y me has demostrado que no es tan fácil, pero allá va, espero que te guste, siempre desde el cariño:

Siendo joven me enseñaron a hacer chupetones, eran los “primeros pasos” en el mundo de las relaciones eróticas. Succionando sobre la piel convertíamos un beso en una marca, un moratón. Lo cierto es que no tardé demasiado en comprender que aquellos moratones no eran el objetivo final, más bien eran justo lo que había que evitar.

Si una chica me dejaba que apoyase mis labios en su cuello, mi objetivo era succionar sin dejar huella, con eso conseguí que ellas lo percibieran con mucho más agrado, e incluso me abrieran la puerta a otras zonas de su cuerpo para que pudiera depositar en ellas mis dulces besos.

Poco a poco fui haciendo de esa técnica una obsesión, besar aplicando una suave succión, en los labios, en el cuello, los hombros, el pecho, los pezones… En estos últimos tenía que refrenar mis impulsos por succionar más fuerte, percibir cómo cambiaban de forma, de tamaño y no caer en la tentación de succionar como un bebé hambriento era muy difícil, pero conseguir hacerlo con la suavidad que me había propuesto a mí mismo solía traerme grandes recompensas de mujeres agradecidas por descubrirles los primeros placeres de la carne.

Ahora, pasado el tiempo, la técnica la he llevado a niveles de casi perfección, ya no es una obsesión, al contrario, para mí es inconsciente, pero cuando estoy en compañía de una dama es parte de mi forma de hacerle el amor, recorrer su cuerpo a besos, suaves, con pequeñas succiones que ponen su piel de gallina y van deleitando sus puntos receptores de placer. Pocas mujeres me han dicho que parase esos besos, pocas me han rechazado una vez que había empezado a besarlas, supongo que alguna puerta que no quería abrirse se abrió gracias a los besos, al menos se abrió más allá de las intenciones iniciales de la cancerbera…

Hoy te he visto llegar con tu piel bronceada por el Sol, el rato que has pasado en la playa ha dado a tu piel un tono canela que me ha embelesado, tu pelo rubio resaltaba aún más bonito sobre tus hombros gracias al contraste con el suave tono moreno, tan suave que se diría que al acercarse uno a tu piel podría oler el dulce y embriagador aroma de la canela, me he acercado a besarte y no he podido evitar succionar tu aliento al dejar nuestros labios entreabiertos, me he sorprendido reteniendo tu aliento en mis pulmones, no quería dejar que se escapase ese trozo de tu alma que había entrado en mí, te he cogido de las manos y tirando ligeramente de ellas he impedido que te separases de mí alargando un poco más nuestro beso. Al separarnos he mantenido mi mano sujetando la tuya, tu pulsera Pandora, llena de juguetitos colgando, iba rozando mi mano, haciendo unas ligeras cosquillas que me mantenían en contacto con la realidad.

Así, con tu mano sujetando la mía, hemos llegado andando a mi casa, en el ascensor te he preguntado por los adornos que cuelgan de tu Pandora, me has dicho que cada uno representa y recuerda a hombres que han dejado una huella muy especial en ti, cuando salíamos del ascensor he podido observar el esplendor de tu figura, el suave tono canela de tu piel, el vestido ciñéndose a tus curvas…, he decidido que yo tenía que colgar de tu pulsera, ser uno de los pocos elegidos para ese honor…

Hemos entrado en casa y te he servido una copa de champán helado, nos hemos sentado a hablar mientras nos bebíamos el champán, poco a poco hemos acercado nuestros cuerpos, pronto estábamos besándonos, en cada inspiración mezclaba tu aliento con aire fresco reteniéndola en mis pulmones, quería que te quedaras conmigo, dentro de mí. Deslicé mis besos por tu cuello, recorriendo lentamente el camino hacia tu escote, sin prisa, deleitándome en cada beso, succionando muy suavemente tu piel, absorbiendo tu sabor he llegado a tu pecho, lo he descubierto y he dejado que mis labios obrasen su magia provocando que tus pezones cambiasen de tamaño y dureza entre mis labios, succionando suave, despacio, percibiendo la tensión del placer en tu cuerpo.

Tras un rato deleitándome con el sabor y textura de tu pecho he recorrido tu abdomen con breves besos, mis labios apoyándose cerca de tu ombligo, ligera succión, y breve desplazamiento para alcanzar un nuevo punto donde depositar otro beso, recorrer tu piel de esta forma me hace sentir un placer infinito.

Sigo avanzando lentamente mi recorrido, estas tumbada sobre el sofá, he ido bajando tu vestido a medida que mis besos bajaban por tu cuerpo, estoy besando la línea superior de tu braguita, la desplazo hacia abajo y descubro tu pubis, listo para recibir mis besos, tu respiración es muy relajada, tus ojos suavemente cerrados, estás concentrada, sintiendo el placer de mis besos acariciando tu cuerpo, he seguido bajando, estoy besando la zona entre tus labios vaginales, están húmedos, abiertos, asoma tu clítoris mientras mis besos siguen dejándose sentir en la zona entre la ingle y los labios, pasando de uno a otro lentamente, cada beso hace que te estremezcas, cada beso te acerca lentamente al clímax, deposito mis labios alrededor de tu clítoris, succiono tan suave que casi no lo percibes, sigo dando besos sin moverme, los besos son más intensos cada vez, pero siguen siendo muy suaves, tiernos, poco a poco la zona está cada vez más mojada, poco a poco tus gemidos son más audibles, tu cuerpo se arquea, sigo besando tu clítoris que me busca, queriendo que este momento no acabe, estás derritiéndote de placer, lento, suave, pero intenso, tu cuerpo sólo siente a través de tu clítoris, pero lo está sintiendo todo, tus manos se acercan a mi cabeza, se apoyan en ella y me sujetan sin fuerza, no quieres que pare, no quieres que nada cambie, yo ni lo intento, quiero seguir así, sintiendo como te entregas al placer más potente, te dejas llevar, te deshaces en un orgasmo super intenso que me moja por completo, en ese momento dejo de besar tu clítoris, apoyo mis labios en tu pubis y dejo que poco a poco vayas recuperando la calma.


Pasado un rato, con tu respiración más pausada, me acerco a tu cara, veo como abres los ojos, te percibo como volviendo de un viaje a otro mundo, estás totalmente relajada, te doy un beso en los labios, suave, siento todo tu placer al entregarme tu aliento, entonces me abrazas y me besas con fuerza, con pasión, te aprietas contra mi cuerpo a la vez que sueltas una risa de felicidad. Definitivamente tendré un hueco en tu Pandora, por lo menos voy a luchar por ello.

Un besazo, hasta siempre en mis fantasías, hasta pronto en tu gabinete de motivación.
 
Hola Silvia, me alegro recordarte a gente querida y buenos momentos. Por cierto, tu relato es magnífico, me ha encantado, tengo que visitar tu blog porque seguro que encuentro verdaderas joyas de la literatura íntima.
Por cierto, no lo has puesto precisamente facil, relacionar esas tres palabras en un escrito no ha sido tan sencillo como pensaba... Casi me sentía capaz de escribirte un relato de mis fantasías contigo con cualquier tema o palabra y me has demostrado que no es tan fácil, pero allá va, espero que te guste, siempre desde el cariño:

Siendo joven me enseñaron a hacer chupetones, eran los “primeros pasos” en el mundo de las relaciones eróticas. Succionando sobre la piel convertíamos un beso en una marca, un moratón. Lo cierto es que no tardé demasiado en comprender que aquellos moratones no eran el objetivo final, más bien eran justo lo que había que evitar.

Si una chica me dejaba que apoyase mis labios en su cuello, mi objetivo era succionar sin dejar huella, con eso conseguí que ellas lo percibieran con mucho más agrado, e incluso me abrieran la puerta a otras zonas de su cuerpo para que pudiera depositar en ellas mis dulces besos.

Poco a poco fui haciendo de esa técnica una obsesión, besar aplicando una suave succión, en los labios, en el cuello, los hombros, el pecho, los pezones… En estos últimos tenía que refrenar mis impulsos por succionar más fuerte, percibir cómo cambiaban de forma, de tamaño y no caer en la tentación de succionar como un bebé hambriento era muy difícil, pero conseguir hacerlo con la suavidad que me había propuesto a mí mismo solía traerme grandes recompensas de mujeres agradecidas por descubrirles los primeros placeres de la carne.

Ahora, pasado el tiempo, la técnica la he llevado a niveles de casi perfección, ya no es una obsesión, al contrario, para mí es inconsciente, pero cuando estoy en compañía de una dama es parte de mi forma de hacerle el amor, recorrer su cuerpo a besos, suaves, con pequeñas succiones que ponen su piel de gallina y van deleitando sus puntos receptores de placer. Pocas mujeres me han dicho que parase esos besos, pocas me han rechazado una vez que había empezado a besarlas, supongo que alguna puerta que no quería abrirse se abrió gracias a los besos, al menos se abrió más allá de las intenciones iniciales de la cancerbera…

Hoy te he visto llegar con tu piel bronceada por el sol, el rato que has pasado en la playa ha dado a tu piel un tono canela que me ha embelesado, tu pelo rubio resaltaba aún más bonito sobre tus hombros gracias al contraste con el suave tono moreno, tan suave que se diría que al acercarse uno a tu piel podría oler el dulce y embriagador aroma de la canela, me he acercado a besarte y no he podido evitar succionar tu aliento al dejar nuestros labios entreabiertos, me he sorprendido reteniendo tu aliento en mis pulmones, no quería dejar que se escapase ese trozo de tu alma que había entrado en mí, te he cogido de las manos y tirando ligeramente de ellas he impedido que te separases de mí alargando un poco más nuestro beso. Al separarnos he mantenido mi mano sujetando la tuya, tu pulsera Pandora, llena de juguetitos colgando, iba rozando mi mano, haciendo unas ligeras cosquillas que me mantenían en contacto con la realidad.

Así, con tu mano sujetando la mía, hemos llegado andando a mi casa, en el ascensor te he preguntado por los adornos que cuelgan de tu Pandora, me has dicho que cada uno representa y recuerda a hombres que han dejado una huella muy especial en ti, cuando salíamos del ascensor he podido observar el esplendor de tu figura, el suave tono canela de tu piel, el vestido ciñéndose a tus curvas… he decidido que yo tenía que colgar de tu pulsera, ser uno de los pocos elegidos para ese honor…

Hemos entrado en casa y te he servido una copa de champán helado, nos hemos sentado a hablar mientras nos bebíamos el champán, poco a poco hemos acercado nuestros cuerpos, pronto estábamos besándonos, en cada inspiración mezclaba tu aliento con aire fresco reteniéndola en mis pulmones, quería que te quedaras conmigo, dentro de mí. Deslicé mis besos por tu cuello, recorriendo lentamente el camino hacia tu escote, sin prisa, deleitándome en cada beso, succionando muy suavemente tu piel, absorbiendo tu sabor he llegado a tu pecho, lo he descubierto y he dejado que mis labios obrasen su magia provocando que tus pezones cambiasen de tamaño y dureza entre mis labios, succionando suave, despacio, percibiendo la tensión del placer en tu cuerpo.

Tras un rato deleitándome con el sabor y textura de tu pecho he recorrido tu abdomen con breves besos, mis labios apoyándose cerca de tu ombligo, ligera succión, y breve desplazamiento para alcanzar un nuevo punto donde depositar otro beso, recorrer tu piel de esta forma me hace sentir un placer infinito.

Sigo avanzando lentamente mi recorrido, estas tumbada sobre el sofá, he ido bajando tu vestido a medida que mis besos bajaban por tu cuerpo, estoy besando la línea superior de tu braguita, la desplazo hacia abajo y descubro tu pubis, listo para recibir mis besos, tu respiración es muy relajada, tus ojos suavemente cerrados, estás concentrada, sintiendo el placer de mis besos acariciando tu cuerpo, he seguido bajando, estoy besando la zona entre tus labios vaginales, están húmedos, abiertos, asoma tu clítoris mientras mis besos siguen dejándose sentir en la zona entre la ingle y los labios, pasando de uno a otro lentamente, cada beso hace que te estremezcas, cada beso te acerca lentamente al clímax, deposito mis labios alrededor de tu clítoris, succiono tan suave que casi no lo percibes, sigo dando besos sin moverme, los besos son más intensos cada vez, pero siguen siendo muy suaves, tiernos, poco a poco la zona está cada vez más mojada, poco a poco tus gemidos son más audibles, tu cuerpo se arquea, sigo besando tu clítoris que me busca, queriendo que este momento no acabe, estás derritiéndote de placer, lento, suave, pero intenso, tu cuerpo sólo siente a través de tu clítoris, pero lo está sintiendo todo, tus manos se acercan a mi cabeza, se apoyan en ella y me sujetan sin fuerza, no quieres que pare, no quieres que nada cambie, yo ni lo intento, quiero seguir así, sintiendo como te entregas al placer más potente, te dejas llevar, te deshaces en un orgasmo super intenso que me moja por completo, en ese momento dejo de besar tu clítoris, apoyo mis labios en tu pubis y dejo que poco a poco vayas recuperando la calma.


Pasado un rato, con tu respiración más pausada, me acerco a tu cara, veo como abres los ojos, te percibo como volviendo de un viaje a otro mundo, estás totalmente relajada, te doy un beso en los labios, suave, siento todo tu placer al entregarme tu aliento, entonces me abrazas y me besas con fuerza, con pasión, te aprietas contra mi cuerpo a la vez que sueltas una risa de felicidad. Definitivamente tendré un hueco en tu Pandora, por lo menos voy a luchar por ello.

Un besazo, hasta siempre en mis fantasías, hasta pronto en tu gabinete de motivación
Jo, me acabo de dar cuenta que leí muy rápido y me equivoqué, pensé que habías escrito canela en vez de carrera... ¿Esto conlleva un castigo?
 
El Encargo (Relato) Parte Segunda.

Tengo que dejar de beber tanto café..., creo que estoy taquicárdica. Me parece que estoy empezando a hablar sola. Noto la espalda rígida..., mi nuca es de cartón-piedra..., qué bien me vendría un masaje..., necesito desconectar, darme una ducha. ¿Y si la llamo? Ella tiene manos de ángel y está un poco colada por mí..., debería llamarla..., seguro que ni se lo piensa..., le encanta jugar al juego de las prendas conmigo..., sólo de pensarla noto cómo se me eriza la rubia pelusilla de los brazos..., ella sí que me tiene prendada..., ella, un soplo de aire fresco en este caluroso verano.

Tan joven. Tan guapa. Tan apetecible. Tan impetuosa. Irresistible.

La conocí en el Metro hace meses y desde entonces la meto en mi cama al menos dos veces a la semana. El resto de los días, casi siempre, los reparto entre Raúl y Andrés. Bomberos, residentes en la capital y compañeros en la misma central. Mis generosos amantes apaga-fuegos. Encantadores. Estoy muy quedada con los dos, sobre todo por Raúl, el más mayor y serio. Pero está casado. Y no se plantea dejar a su mujer. Yo tampoco quiero sentirme responsable de eso. No soy una rompehogares.

No puedo prescindir de ninguno de los dos, en su conjunto son el hombre perfecto. A veces, a ella, la dejo que se quede a dormir. Sólo me permito esa licencia con ella. Me gusta dormir sola. En cuanto se despierta dejo que baje a desayunar a la altura de mi monte de Venus, es joven, vigorosa, derrocha energía y la gusta el alpinismo. Disfruta conquistando la cima de mis colinas, ¿qué puedo hacer yo?, desayunar también evidentemente, así que desayuno. A veces no necesariamente a la vez pero sí juntas, a veces si hay tiempo desayunamos dos veces, pero en cuanto acabamos la faena llamo a un taxi y la mando a su casa, o a la casa de quien ella quiera.

Es tan guapa. Me dedico a recordarla el resto del día. Estoy en babia recreando su jugoso sexo depilado, no puedo dejar de saborearlo, no quiero parar de evocar su olor cuando se corre en mi boca. Salvaje. Sabe a espuma del Mar Cantábrico. Sabe a las vacaciones prohibidas del verano de mi adolescencia. Soy adicta a su sabor. Lo reconozco.

En la editorial me preguntan que quién es él... Sonrío... Ni se lo imaginan, mi bisexualidad es sólo tema mío.

Entre gemidos y risas, la noche del día en el que la conocí, la muy ladina me confesó que la ponían, y cito textualmente, "rollo ejecutivas maduras, con gafas y aspecto de sabihondas", a poder ser rubias como yo, y que por eso, al entrar en el Metro y verme, se puso a mi lado.

A ella, en el vagón, no la vi primero. Lo primero que vi fue su culo. Un pantaloncito azul tejano, cachetero. De esos tan cortos que se ve medio trasero. Estaba de pie, de espaldas a mí y yo no podía dejar de mirar ese culete glorioso. No veía su cara pero por el atuendo y esa cinturita estrecha ya me parecía que era bastante joven. Delgadíta, con la carne prieta, ni gota de celulitis en esas piernas morenas y bien torneadas. Una pequeña diosa. Era alta. Tan alta como yo. Uno setenta como mínimo. Llevaba deportivas. Unas Nike blancas nuevecitas tipo tenis... Me la imaginé virgen, la verdad, no sé por qué. Últimamente me daba morbo pensar en montámelo con una virgen, así que será por eso.

Aunque me daba apuro que el resto de los pasajeros del vagón notase mi lascivia, ese culo me tenía tan hechizada que, por un instante , el resto del mundo desapareció de mi vista.. Sólo ella y yo. Bueno ella, la bien formada parte alta de sus bonitas piernas y yo, debería decir. Soy una purista del lenguaje. Tengo complejo de corrector.

No eran horas para estar tan salida, pero últimamente también tengo la libido disparada y no podia dejar de imaginarme cómo sería desnudarme, desnudarla y así como ella estaba, de espaldas, pegar mi cuerpo al suyo, notar su piel contra la mía, mi pubis adelantado a la altura de su deseable y duro trasero. Agarrarla firmemente por su efímera cintura, y desde atrás, acariciar su sexo que ya, de forma enfermiza, imaginaba henchido, pujante. Lentamente buscaría su botoncíto caliente para pellizcarlo con suavidad. Sin dejar de tocarla, oírla gemir. Pegar mi boca a su nuca, con mi lengua subir por su cuello para lamer los lóbulos de sus orejas, después arrodillarla entre mis piernas y pedirle que me enseñe la suya, que me enseñara su lengua. Y así como estaba yo, de pie, agarrada con las dos manos a la barra superior del Metro ofrecerle mi sexo totalmente abierto.

A estas alturas de mi película, casi podía oírla suplicar quedamente que no dejara de tocarla. Mi imaginación está desbocada. Me estaba sintiendo muy húmeda, notaba las braguitas mojadas, la respiración acelerada. Me estaba poniendo muy mala sólo de pensarlo. Sin dudarlo demasiado di un paso al frente aprovechando uno de los vaivenes del vagón. Me puse a escasos centímetros de su espalda. Podía oler el suavizante de su escueta camiseta de tirantes rosa. Estaba tan cerca que oía perfectamente la bachata que ella estaba escuchando en su mp3, o mp4, o mp5, la verdad, me da igual, que ya no sé por qué número va el invento. Ella, distraída y ajena a la pasión que provocaba en mi persona, cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra. En una cadencia lenta y creo que estudiada movía las caderas. Quise imaginarme que bailaba sólo para mí.

Luego, riéndose, me contó que justamente eso hacía, bailar para mí. (Continuará…).

@Torque, qué bien escribes, da gusto leerte. Ya estoy buscando un callejón donde meterme para que me sigas… ¿Vienes?

Tienes una imaginación para enmarcarla. Te propongo otro tema por si te apetece escribir algo: Biblioteca. Muchos besos encanto.
 
Para ti musa del océano encantado. Vamos con un poema cortito.


Perdido estoy aquí sin tu mirada,

oscuro amanecer si tú no estás,

lejano el horizonte de tenerte,

extraño atardecer cuando te vas.
 
No eres ni virgen
Ni santa
Pero te ponía en un altar
Para ir a rezar todos los días
Y así mirar
Si llevas las bragas puestas.
Oraciones prohibidas
O santa, santa ,que ni santa santa eres,
Pero eres mi perdición.

Entre tinieblas te encontré y entre las piernas te la metí.

Mientras tú me miras, yo te miro
Y cuando se encuentran nuestras miradas te jeringo.

Beso tu frente y tus manos, pero cuando beso tus labios me corro con devoción.
 
El Encargo (Tercera y última parte)

Hay que ver cómo van las jóvenes ahora. Yo, de jovencita era demasiado clásica par vestir así, y ahora ya no tengo edad para ir tan corta. Me gusta la elegancia, los tacones, las marcas caras y los trajes de falda y chaqueta para mí, pero me enciende cómo va ella.


Aunque sea sólo por desearla de esta manera me estaba empezando a sentir un poco acosadora. No pensaba avanzar más. Quizá más tarde, a solas, buscaría mi orgasmo recordando su piel tostada, recreando su camiseta rosa de Zara y ese olor penetrante a flores azules.

Es demasiado joven para ti, me decía mi conciencia. Saboreando, aspiré golosa su esencia. Cerré con fuerzas las piernas, apretando mucho los muslos. Notaba arder mi bajo vientre. Pequeños espasmos me subían por la columna lumbar. Menos mal que iba bien agarrada a la barra central, a intervalos me temblaban un poco las piernas. No pude evitar visualizarme ya tocándome. Me pregunto si los demás estarían notando lo excitada que iba. Recuerdo mi pensamiento "Espero que nadie se esté percatando de lo turbada que me siento".

Supuse que tocarla debía de ser como meter la mano en una bolsa de algodones de colores. Parecía tan suave... Buscaré un baño en cuanto salga, suspiré... Menos mal que siempre llevo toallitas higiénicas en el bolso.

Cerré un instante los ojos y me mordí lentamente las comisuras de la boca. Después, cuando saliera del Metro, tendría que pintarme los labios de nuevo, lo anoté mentalmente. Y también quitarme esas bragas empapadas. Pensaría en ella, en el aroma de su pelo corto, su aspecto era brillante, sedoso, de ese color que la limpia lluvia de invierno otorga a las castañas mojadas.

Y entonces sucedió. Así, sin más. El tren se paró repentinamente al entrar en el túnel dejándonos a oscuras. En un milisegundo, en la más absoluta de las negruras, noté cómo ella se volvía. A tientas me agarraba la mano para sorpresa y deleite mío, y soltándomela al instante, como avergonzada por el impulso, quitándose los cascos de un tirón me habló —Perdona, ¿crees que tardarará en arrancar? Ojalá no arranque, nunca pensé al percibir el miedo que destilaba su pregunta. Pero le dije que tranquila, que seguro que muy poco. Ese día debían estar los astros de mi parte porque no sólo no arrancó pronto, sino que era una avería, y que iba para largo, eso dijeron por la megafonía.

Y así acabe a oscuras tocando su brazo, para tranquilizarla.

Por las dudas y para distraerla, entre en conversación. En la absoluta oscuridad del túnel me contó que se llamaba Raquel, pero que todos desde siempre, la llamaban Rac, que estudiaba segundo de fisioterapia, que en su tiempo libre, para sacarse unos euritos, eso dijo, si no estaba de exámenes se dedicaba a poner música en fiestas privadas, y atropellada, como de pasada, me comentó que el otro día había cumplido los veintitrés.

Me explicó que desde siempre sentía pánico irracional a la oscuridad, pero que sólo le daba miedo si estaba a solas, que gracias a mi presencia se le estaba empezando a pasar. Para demostrarme que estaba asustada de verdad, me agarró la mano derecha y me pidió que abriese la palma. Con esa ambigua inocencia que saben rezumar las veinteañeras la colocó a la altura de su corazón para que sintiese la velocidad a la que le latía. —¿ Lo notas? Eso terminó de volverme un poco loca. Tragué saliva. Raquel gastaba más talla de pecho que yo. Claro que lo notaba, ¿cómo no iba a notarlo? A la palpación forzosa deduje que una cien. A duras penas la fina camisetita que llevaba podía tapar tanto con tan poco tejido. No llevaba sujetador. Ni falta que le hacía. Además, en una primera impresión para sorpresa mía, supuse que como mínimo le gustaba que se las tocase. Percibí su disfrute. No sólo no apartó mi mano de sus senos, sino que se recreó haciendo presión con sus dos manos sobre la mía, para que yo no la retirase. Primero el pecho izquierdo lentamente, y luego, más lenta y más firmemente, el pecho derecho. La oí gemir muy bajito.

De manera aparentemente casual, me estaba provocando con todo el descaro del mundo.

Me tenía fascinada... No salía de mi asombro. No podía creerme la suerte mía. Deseé besarla, agarrar su nuca con las dos manos, conquistar con mi lengua su boca, pasear despacio por sus dientes y respirar muy lentamente el aire de sus pulmones, quería todo eso, lo quería ya, pero quería ver bien su cara cuando la besase por primera vez. Así que a duras penas conseguí contenerme, pero lo hice. Es la primera vez que me alegro de mi bien merecida fama de obsesa del control.

Las luces de emergencia aún no se habían encendido. ¿Por qué no se encendían? Pensaba que eso era inmediato. Me moría de ganas por verla de frente. Escuchaba sin llegar a oír las voces incrédulas, algo tensas, del resto de los pasajeros. No veía nada. Notaba que la gente empezaba a moverse inquieta alrededor mío. Me daba un poco igual. Yo ya estaba a tope. Ella era erotismo puro. Sentía su agitada respiración a un centímetro de mi boca, su aliento olía a chicle de fresas. Casi rozaba sus labios con mis labios. Podía intuir su sonrisa. Percibir crecer sus pezones a través de la camiseta me estaba pareciendo un sueño. No quería despertar, no podía dejar de tocar esos dos volúmenes insolentes que captaban toda mi atención, que me tenían atrapada como un potente imán.

Pero la cordura, como siempre, trataba de imponerse a mi deseo.

Con la mano libre saque el móvil del bolso para encender linterna, igual que ya habían empezado a hacer todos los demás. Preciosa. Preciosa. Preciosa. Por suerte aparentaba los ventitrés para mi alivio. Sonrisa bonita y amplia. Cara redondita salpicada de pequeñas e irregulares pecas doradas, nada de maquillaje, flequillo desordenado. Para comérsela enterita, sus ojazos dulces me recordaron a un postre de restaurante de lujo, de esos verdaderamente caros. Soy una golosa, qué se le va a hacer, hasta ahora a el azúcar es a lo único a lo que de verdad siempre he conseguido ser fiel.

A todas luces, ella es una pequeña-gran promesa de almendras y de miel . —¿Qué haces? —me dijo en un cómplice susurro— Apaga... por favor, apaga...

Y claro... yo apagué.

Y voy a apagar ahora mismo este odioso ordenador, voy a llamarla para que venga, está visto que hoy tampoco se me ocurre nada. No sirvo para escribir un relato erótico. Maldita sea. Maldito encargo.

@Gremlin, enhorabuena y muchísimas gracias. Me ha encantado leerte. Eres un verdadero crack y tu poema es todo un regalo antes de acabar el año. 💜
 
El Encargo (Tercera y última parte)

Hay que ver cómo van las jóvenes ahora. Yo, de jovencita era demasiado clásica par vestir así, y ahora ya no tengo edad para ir tan corta. Me gusta la elegancia, los tacones, las

Impresionante relato, mi querida SilviAmar, iba a decir que me puso los pelos de punta pero no sería exactamente eso lo que se me erizó.

¿Hay algo que no hagas bien?

Un beso
 
escortadvisor nuevoloquo
Volver
Arriba