Ser imbecil mejora las relaciones sociales y la productividad
La Fundación John L. Amherst, una entidad sin ánimo de lucro radicada en Chicago, encargó hace un año una serie de estudios a universidades y centros de investigación social con el fin de averiguar si en el mundo actual es mejor ser “gilipollas integral” o medianamente sensato
Estos estudios ponen de relieve que es mucho mejor ser imbecil o al menos intentar serlo, rindiendose a la ignorancia y la barbarie.
Los imbeciles tienen un 88 por ciento mas de amigos y hacen un 69 por ciento mas de vida social que la gente que se para a pensar las cosas y que por lo tanto se queda en su casa atenazada por el panico.
Los datos del estudio indican que en una fiesta cualquiera, la gente que esta charlando con los demas animadamente y sin preocupaciones es imbécil en un 67 por ciento de los casos. El 18 por ciento no lo son, y el resto son otra cosa.
Mientras, aquellos que están pensando en irse corriendo para dejar de padecer tanta agonia lo mas probable es que no lo sean, si bien tienen un 91 por ciento más de probabilidades de acabar la noche dando vueltas en la cama apesadumbrados “por el insufrible peso de lo real” y sin poder dormir.
En cuanto a las relaciones laborales, ha quedado claramente demostrado que “ser un mamarracho es fundamental para permanecer en un puesto de trabajo sin resultar sospechoso a los ojos de los demas” y que “aquellos que pretenden defender la integridad y la perseverancia frente a la especulación y la canallada, serán los primeros en arrimarse a la cola del paro”.
El problema sigue siendo, según reconoce la propia encuesta en su resumen, identificar a los tarados, puesto que “sistemáticamente la gente piensa que el problema es el otro, y no uno mismo.
Las personas que llegan al trabajo “diciendo memeces” tienen entre un 88 y un 95 por ciento más de probabilidades de ascender laboralmente que las personas que se ponen a trabajar directamente pensando en cumplir sus metas personales
Estos ultimos, según el Instituto GO-6, serán tarde o temprano “pasto de la desazon”, mientras que los mas imbeciles, gracias a su capacidad para “no pensar”, acabarán sobreviviendo incluso en condiciones de hostilidad extrema.
Se dejaba llevar...se dejaba llevar.....
“Si usted es capaz de razonar acerca de lo que está sucediendo de forma realista y pretende seguir siendo una persona íntegra y fiel a sus ideales, entonces lo pasará mal, muy mal o fatal”
La Fundación John L. Amherst, una entidad sin ánimo de lucro radicada en Chicago, encargó hace un año una serie de estudios a universidades y centros de investigación social con el fin de averiguar si en el mundo actual es mejor ser “gilipollas integral” o medianamente sensato
Estos estudios ponen de relieve que es mucho mejor ser imbecil o al menos intentar serlo, rindiendose a la ignorancia y la barbarie.
Los imbeciles tienen un 88 por ciento mas de amigos y hacen un 69 por ciento mas de vida social que la gente que se para a pensar las cosas y que por lo tanto se queda en su casa atenazada por el panico.
Los datos del estudio indican que en una fiesta cualquiera, la gente que esta charlando con los demas animadamente y sin preocupaciones es imbécil en un 67 por ciento de los casos. El 18 por ciento no lo son, y el resto son otra cosa.
Mientras, aquellos que están pensando en irse corriendo para dejar de padecer tanta agonia lo mas probable es que no lo sean, si bien tienen un 91 por ciento más de probabilidades de acabar la noche dando vueltas en la cama apesadumbrados “por el insufrible peso de lo real” y sin poder dormir.
En cuanto a las relaciones laborales, ha quedado claramente demostrado que “ser un mamarracho es fundamental para permanecer en un puesto de trabajo sin resultar sospechoso a los ojos de los demas” y que “aquellos que pretenden defender la integridad y la perseverancia frente a la especulación y la canallada, serán los primeros en arrimarse a la cola del paro”.
El problema sigue siendo, según reconoce la propia encuesta en su resumen, identificar a los tarados, puesto que “sistemáticamente la gente piensa que el problema es el otro, y no uno mismo.
Las personas que llegan al trabajo “diciendo memeces” tienen entre un 88 y un 95 por ciento más de probabilidades de ascender laboralmente que las personas que se ponen a trabajar directamente pensando en cumplir sus metas personales
Estos ultimos, según el Instituto GO-6, serán tarde o temprano “pasto de la desazon”, mientras que los mas imbeciles, gracias a su capacidad para “no pensar”, acabarán sobreviviendo incluso en condiciones de hostilidad extrema.
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