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Hola a todos,
Creo haber buscado bien y no he encontrado ningún hilo de experiencias con ella y he abierto este. Perdonad si duplico otro pero creo que no.
Tras un tiempo en el dique seco me decidí por volver a visitar a Azucena.
Me frenaba aquel lugar tan antiguo y los olores a humedad, etc., pero hacía bastante tiempo y me decidí a tantear la posibilidad de una escapada tras ir viendo sus estados de WhatsApp y Telegram en los que hablaba de amigas para tríos y más…
Le escribí y no solo eso, me dijo que había cambiado de ubicación y que ahora recibe en un piso por la zona de Puerta del Ángel y tras tres o cuatro días cruzándonos mensajes en los que me fue hablando de sus amigas, cuatro al menos, me hizo una propuesta de esas que se hace difícil rechazar, una locura, pero nos pusimos de acuerdo y lo cerramos; ella, su amiga Lucrecia, su amiga Alesia y en la otra esquina un servidor, totalmente acojonado, no lo voy a negar, pero muy dispuesto ante una situación en la que me veré muy pocas veces en la vida.
La casa muy bien, no muy grande pero suficiente para el propósito, muebles nuevos, sábanas y toallas nuevas y perfectamente limpias y secas, decoración a su estilo y las atenciones de siempre, bebidas frías, café y siempre pendiente de que te sientas cómodo, duchas antes y después si así lo pides.
Ropa fuera. Sus dos amigas son latinas, de unos 30 y 40 años con curvas y caderas más prominentes una que otra y unos senos muy apetecibles en ambos casos.
Me tumbaron en la cama y me empezaron a embadurnar en aceite. Azucena se concentró en los pies y ellas dos una por cada flanco el resto del cuerpo, con las manos usando un Braille memorable, unos labios que se podían leer perfectamente y su innovador lenguaje pectoral no necesito decir como elevaron mi espíritu y comprensión lectora. En ese momento Lucrecia decidió presentar ante mi cara toda su feminidad y perdí toda referencia a lo que pasaba más abajo, a veces dos idiomas, a veces uno y las cuatro manos que no paraban. Llamaban incluso con dulzura a mi puerta trasera que les abrí y trataron con todo mimo y mucha intensidad para encenderme, y cuando Lucrecia se retiró me encontré a Alesia sentada encima de mí dándolo todo. Juro que no sé como forró el libro, no me enteré de nada, pensaba que estaba ejercitándose en la lengua de Moliere, con eso digo todo. Y ya con Azucena y Lucrecia acariciando y besando su cuello y sus senos mientras se retorcía encima de mí se ahuecó un poquito para descargar un discurso fluido, hablaba de liquidez de una manera bestial, caudalosa y ardiente, es una ponente muy caliente.
A partir de ahí vinieron otros cuatro, sí, otros cuatro, es inagotable.
El resto por no extenderme fue un "triplex" con diálogos entre ellas totalmente espontáneos en donde cada cuál metió la boca donde pudo. Lucrecia y Azucena demandaron su parte del botín haciéndome dar lo mejor de mí y de mis pobres riñones. Ninguna de las tres fue a hacer prisioneros, salí vivo pero no sin pelearlo. Y me llegó a ofrecer a una cuarta amiga, madre mía si llego a decir que sí...
En resumen, valió la pena, sin duda. Muchas conexiones por sus puertos convencionales con tres mujeres entregadas, activas y muy, muy tórridas. Dos horas que obviamente no son económicas pero que doy por muy bien empleadas.
Saludos.
Creo haber buscado bien y no he encontrado ningún hilo de experiencias con ella y he abierto este. Perdonad si duplico otro pero creo que no.
Tras un tiempo en el dique seco me decidí por volver a visitar a Azucena.
Me frenaba aquel lugar tan antiguo y los olores a humedad, etc., pero hacía bastante tiempo y me decidí a tantear la posibilidad de una escapada tras ir viendo sus estados de WhatsApp y Telegram en los que hablaba de amigas para tríos y más…
Le escribí y no solo eso, me dijo que había cambiado de ubicación y que ahora recibe en un piso por la zona de Puerta del Ángel y tras tres o cuatro días cruzándonos mensajes en los que me fue hablando de sus amigas, cuatro al menos, me hizo una propuesta de esas que se hace difícil rechazar, una locura, pero nos pusimos de acuerdo y lo cerramos; ella, su amiga Lucrecia, su amiga Alesia y en la otra esquina un servidor, totalmente acojonado, no lo voy a negar, pero muy dispuesto ante una situación en la que me veré muy pocas veces en la vida.
La casa muy bien, no muy grande pero suficiente para el propósito, muebles nuevos, sábanas y toallas nuevas y perfectamente limpias y secas, decoración a su estilo y las atenciones de siempre, bebidas frías, café y siempre pendiente de que te sientas cómodo, duchas antes y después si así lo pides.
Ropa fuera. Sus dos amigas son latinas, de unos 30 y 40 años con curvas y caderas más prominentes una que otra y unos senos muy apetecibles en ambos casos.
Me tumbaron en la cama y me empezaron a embadurnar en aceite. Azucena se concentró en los pies y ellas dos una por cada flanco el resto del cuerpo, con las manos usando un Braille memorable, unos labios que se podían leer perfectamente y su innovador lenguaje pectoral no necesito decir como elevaron mi espíritu y comprensión lectora. En ese momento Lucrecia decidió presentar ante mi cara toda su feminidad y perdí toda referencia a lo que pasaba más abajo, a veces dos idiomas, a veces uno y las cuatro manos que no paraban. Llamaban incluso con dulzura a mi puerta trasera que les abrí y trataron con todo mimo y mucha intensidad para encenderme, y cuando Lucrecia se retiró me encontré a Alesia sentada encima de mí dándolo todo. Juro que no sé como forró el libro, no me enteré de nada, pensaba que estaba ejercitándose en la lengua de Moliere, con eso digo todo. Y ya con Azucena y Lucrecia acariciando y besando su cuello y sus senos mientras se retorcía encima de mí se ahuecó un poquito para descargar un discurso fluido, hablaba de liquidez de una manera bestial, caudalosa y ardiente, es una ponente muy caliente.
A partir de ahí vinieron otros cuatro, sí, otros cuatro, es inagotable.
El resto por no extenderme fue un "triplex" con diálogos entre ellas totalmente espontáneos en donde cada cuál metió la boca donde pudo. Lucrecia y Azucena demandaron su parte del botín haciéndome dar lo mejor de mí y de mis pobres riñones. Ninguna de las tres fue a hacer prisioneros, salí vivo pero no sin pelearlo. Y me llegó a ofrecer a una cuarta amiga, madre mía si llego a decir que sí...
En resumen, valió la pena, sin duda. Muchas conexiones por sus puertos convencionales con tres mujeres entregadas, activas y muy, muy tórridas. Dos horas que obviamente no son económicas pero que doy por muy bien empleadas.
Saludos.