- Desde
- 8 Feb 2010
- Mensajes
- 6,103
- Puntuación de reacción
- 5,571
Recién sucedido:
Un minuto antes de comenzar a agasajar Lozen y yo a un cumpleañero de tierras extranjeras, me llama un demandante para concertar una cita para una hora más tarde.
Una vez terminado nuestro cónclave, se presenta el candidato, no sin antes haber llamado catorce veces durante la hora.
Nada más recibirle, pega su boca a la mía en un supuesto beso y muerde mi labio inferior, manteniendo la presa unos segundos. Los que me conocéis sabéis que aguantó con comprensión muchas efusiones de los varones fruto de su entusiasmo; éste era innegable, a juzgar por el bulto del pantalón.
Nunca me había pasado algo semejante, y nunca ni mano había volado hasta la mejilla de un paciente. Pero proporcionar una atención integral ha incluido en este caso una sonora bofetada antes de comenzar.
- ¿Qué pasa? ¿no te gusta que te muerdan? (Exclama extrañamente sorprendido mientras se frota la cara un par de cabezas más arriba de mi altura).
- Ya ves que no.
- ¿No hay otras chicas? (Dice al oír al fondo la voz de Lozen que despide a nuestro homenajeado.)
- Empecemos por dejar claro que la sesión de terapia tiene un coste de 150 euros.
- Sólo llevo 60.
Y le he despedido sin más. Confieso que nunca había vivido algo así, y por lo tanto nunca había reaccionado como un resorte en prevención de mayores daños.
Gajes de las terapias integrales que no merecen más comentario.
Si alguna profesional de diverso ramos quiere estar prevenida que esté atenta a un teléfono XXXXX5341.
Tampoco he advertido nunca sobre estas cosas con datos, pero quedo a disposición por privado.
Besos.
Un minuto antes de comenzar a agasajar Lozen y yo a un cumpleañero de tierras extranjeras, me llama un demandante para concertar una cita para una hora más tarde.
Una vez terminado nuestro cónclave, se presenta el candidato, no sin antes haber llamado catorce veces durante la hora.
Nada más recibirle, pega su boca a la mía en un supuesto beso y muerde mi labio inferior, manteniendo la presa unos segundos. Los que me conocéis sabéis que aguantó con comprensión muchas efusiones de los varones fruto de su entusiasmo; éste era innegable, a juzgar por el bulto del pantalón.
Nunca me había pasado algo semejante, y nunca ni mano había volado hasta la mejilla de un paciente. Pero proporcionar una atención integral ha incluido en este caso una sonora bofetada antes de comenzar.
- ¿Qué pasa? ¿no te gusta que te muerdan? (Exclama extrañamente sorprendido mientras se frota la cara un par de cabezas más arriba de mi altura).
- Ya ves que no.
- ¿No hay otras chicas? (Dice al oír al fondo la voz de Lozen que despide a nuestro homenajeado.)
- Empecemos por dejar claro que la sesión de terapia tiene un coste de 150 euros.
- Sólo llevo 60.
Y le he despedido sin más. Confieso que nunca había vivido algo así, y por lo tanto nunca había reaccionado como un resorte en prevención de mayores daños.
Gajes de las terapias integrales que no merecen más comentario.
Si alguna profesional de diverso ramos quiere estar prevenida que esté atenta a un teléfono XXXXX5341.
Tampoco he advertido nunca sobre estas cosas con datos, pero quedo a disposición por privado.
Besos.