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Situaciones surrealistas y anécdotas en una cita

Esaschicas Premium

SigmundFr

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30 May 2013
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Hola amigos: a veces me pongo a pensar en las cosas que he vivido en el mundo canallil, y aunque en la balanza pesan más las experiencias agradables y placenteras, tengo que reconocer que algunas veces me han ocurrido situaciones absurdas, de todo tipo, tanto, cuando he estado en un club, como cuando he tenido una cita con una independiente. Esas situaciones, que a veces son graciosas y nos hacen reír, o bien nos han podido provocar pánico, asco, etc. y terminan encontrando un lugar en nuestra memoria, a veces imborrables. Algunas, son para no contar a nadie por vergüenza a que se puedan reír de nosotros. Otras esta situaciones, son precisamente dignas de contar y buen motivo para echar unas risas con los amigos.
Aquí lo dejo, y empezaré contando alguna. Siento que por motivos de guardar la privacidad de otras personas, evitaré dar algunos nombres y coordenadas concretas, que no me importará contar en privado cuando nos veamos. Seguro que tanto alumnos como maestras, tienen alguna anécdota que contar surrealista en este apartado.
Aquí va la primera: me encontraba en un club, que tiene una antesala antes de entrar en las habitaciones,. La mencionada sala tiene posibilidad de convertirse en dos, con una cortina en la mitad (que te permite oír todo, aunque no ver lo que hay en la otra parte), y aparte un armario (?). El caso es que me encontraba en el sitio dispuesto a que las maestras me hicieran el paseíllo correspondiente, cuando me pidió la jefaza que rápidamente me metiera en el armario, porque al parecer llegaban unos clientes de importancia. Allí con mis huevecillos pelaos me encontraba metido en el armario, escuchando a tres tíos, en busca de lo mismo que yo, y que por cierto, al enseñarles a ellos antes que a mí a las maestras, se quedaron con la que yo buscaba. La situación fue muy surrealista. Nunca más me volveré a meter en ningún armario. De hecho, me fui como llegué y no volví a pisar aquel sitio tan cutre.
Otra: esta me pasó con una de las nuestras. Quedé a las 10 a. m., primera hora de una mañana con A. Smz, para cogerla sin estrenar ese día. Me hizo esperar media hora, cosa habitual muchas veces, y cuando subí, en el comienzo del fragor de la batalla carnal (quien haya estado con esta terapeuta, sabe bien a qué me refiero), me arrodillé quitándole las enaguas por detrás, y comenzando con una profunda comida de toto, allí mismo, en la entrada del piso. Me extrañó que el sabor no era el que suelen tener las féminas, y me llamó la atención, que en el minuto uno, estuviera empapada de una sustancia pastosa y cremosa... Le pregunté y reconoció que yo no era el primero y que acababa de estar con uno que le hizo un rapidín, y le dejó la cuajada bien dispuesta,por si quería probarla después...
En fin, me fastidió no estar de sobreaviso (fácil solución tenía, pasando previamente por el bidé), pero bueno, todo quedó en anécdota, algo guarra. Desayunar un creampie, sin previo aviso, me podría haber provocado alguna arcada...
Otro día os cuento más. Esto da para que fluya el foro.
Abrazos.
 
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¿Quién no quiere besar a @Anna Smz? Cualquiera diría que todos queremos beber de esos labios pero cuidado con lo que se bebe, más de una vez me tocó correr delante de Anna para que no me bese, resulta que en nuestras fiestas ECH, ella cogió la costumbre de que cuando alguien le ofrecía yogur,no terminaba de tragarlo y lo dejaba en su boca, y venía inmediatamente a buscarnos para darnos un beso... ¡blanco de yogur natural!

La única que me pilló desprevenido fue LucíaC, una chica con la que me llevaba bien, me sorprendió mientras estaba distraído en el control de asistencia en otra de nuestras fiestas ECH, todavía recuerdo la fresca risa de la muy diablesa mientras se alejaba corriendo de mí. 🤣

Saludos,

Jersey
 
Última edición por un moderador:
Sí, realmente es de lo más guarro que te puedes encontrar en el panorama zascandil, tuve la suerte de estar en el último encuentro que se hizo y es impresionante su nivel de implicación... Olé por ella...
 
Última edición por un moderador:
Anna, Anna, Anna... te llevará al lado oscuro de la fuerza. Qué mamona @Freud, cómo le gusta llevar las fantasías al límite, es la number one.
 
Última edición por un moderador:
Otra vez, quedé en su apartamento, con Nieves Smith, por muchos conocida en este foro. Resulta que sólo me dio las coordenadas del edificio donde se encontraba y que cuando llegara allí le diera un toque y me diría el piso. Total, que yo con los nervios, me llevé otro móvil, donde no tenía apuntado su teléfono. Ante un edificio con cientos de apartamentos, portales, y demás, no fui capaz de dar con ella. La pobre, se cogió un gran cabreo con toda la razón del mundo y yo tuve que darle todo tipo de explicaciones, cuando llegué a mi casa y tuve su teléfono a mano. Quedando como amigos y para una segunda cita, en la que sí nos encontramos e hicimos las paces, como buenos amiguitos, y hubo alguna cita posterior, por la buena sintonía que había entre nosotros.

También me ha pasado de ir a una cita a ciegas. y encontrarme la persona de la foto (pero con 20 años más), fea de narices y con pinta de escasa higiene. En esos momentos hay que actuar con rapidez, el truco de que "me he olvidado la cartera en el coche" y sales volando, o yo qué sé, pero el caso es que me quedé paralizado y no hice nada, o sea, pagar, y rápidamente a echar el consiguiente rapolvo, con doble de plástico cómo un invernadero, y vámonos que nos vamos. ¡Un horror!
 
Última edición por un moderador:
Hará unos 15 meses aproximadamente...

En un viaje a Madrid quedé con un compañero y amigo del foro, me apetecía conocer a cierta persona, de cierto local.
Pedimos cita y estaba disponible para una cita de media hora porque después le entraba otro cliente, allá que fuimos raudos y veloces.
Mi amigo subió con una y yo subí con la coach en cuestión.

Al bajar, escuché la puerta y una voz masculina que reconocí mientras lo pasaban a la sala de espera.
La encargada nos preguntó que qué tal todo y le dijimos que de maravilla, yo sabía que el cliente que esperaba su turno era otro amigo del foro que tenía cita con esa misma coach a esa hora y quise conocer antes que él a la sensei para darle el visto bueno, me hubiese gustado escribirle para darle mi opinión sobre ella pero como todo fue tan precipitado no pudo ser.

Se me ocurrió pedirle a la encargada que me dejara pasar a la sala de espera para saludar a un amigo, al principio dudó un poco por aquello de la discreción, pero cuando le di detalles sobre él me dejó pasar.
Imaginaos la cara que se le quedó cuando abrí la puerta y nos vio a mi otro amigo y a mí riéndonos...
Le dije algo así: Ahí te he dejado a ******* bien preparada, es una alumna muy aplicada, disfruta.

No diré de quién se trata, uno de ellos está un poco desaparecido pero el otro (el de la sala de espera) sí está activo. Así que, si él quiere, confirme o desmienta esta anécdota.


Bezos y Abrasos.
 
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En años como fija discontinua he vivido muchas situaciones muy variopintas, desde un cliente en un lugar con nombre de diosa,que me envolvió en sábanas y me cantó una marcha nupcial ante los ojos de la encargada... Elena... U otra vez que me apoyé en un interruptor del cuarto de las encargadas y encendí los jacuzzis de las habitaciones sin querer y puse a los clientes que estaban en las habitaciones pipando de agua y ni Valeria (la otra encargada y yo) podíamos reaccionar tiradas de risa en el suelo oyendo los gritos de las maestras y los clientes en las habitaciones (juró que fue sin querer)... Pero para mí la que se lleva la palma es en la que quedé con un cliente que tenía un capricho muy concreta y era interactuar con una damisela disfrazada de Blancanieves... Me dijo que él traería el disfraz que ya lo había comprado en “Caramelos Paco” (aún no existía Amazon ni Aliexpress). Me quedé catatónica y casi me meo encima al abrir la puerta y descubrir que “mi amigo” era enano... Con todos mis respetos, pero no pude aguantarme... De hecho, lo intenté, pero cuanto más intentaba contenerla más me reía..., al final, nos divertimos tela, pero el impacto y la situación al cambiarme fue, como dice este hilo... Surrealista.
 
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Buenas... Os cuento una, aunque hay alguna más.

Cliente que se empeña en que me disfrace de monja para él. Que me paga el disfraz y me da una dirección de un sitio en el centro que hacen trajes a medida para series de televisión. Allá que voy. Y al llegar me toman medidas y me preguntan y yo digo que es para una obra de teatro en Mérida. Algo tenía que decir (el sastre curioso preguntaba mucho). Tuve que volver en dos ocasiones más por aquello de ajustar pespuntes y justificar lo estratosférico del precio del ropaje. Y como se suponía que ya había confianza entre alfileres y entretelas el mismo sastre más preguntaba por la dichosa obra. Y yo que no sé mentir acabe diciéndole que en realidad la actriz era una hermana gemela mía que no tenía tiempo para acercarse, que me enviaba ella y que yo no sabía muy bien de qué iba el espectáculo. Casi muero de vergüenza porque sé que no se creyó una palabra. Lógico. Qué apuro. Surrealista.
Mi cliente/amigo/sacrílego estuvo un año entero pidiéndome que me lo pusiera cada vez que venía. Y venía dos veces por semana. ¿Sabéis lo que pesa un traje de esos? Trabajos forzados ponérselo entero. Rostrillo blanco. Túnica hasta los pies. Pañuelo desde la cabeza a cintura. Cinturón de cuerda y cruz de madera. La madre superiora. La madre que lo trajo. Lo practicábamos de pie. El detrás levantándome el faldón. Si eso no es surrealista me diréis. Aún no lo he superado. ¿Cómo se me ocurrió aceptar? Misterios de la ciencia. Eso sí, el traje quedó precioso y cuando lo hablamos todavía nos echamos unas risas con su ocurrencia. Besotes.
 
Última edición por un moderador:
Buenas... Os cuento una, aunque hay alguna más.

Cliente que se empeña en que me disfrace de monja para él. Que me paga el disfraz y me da una dirección de un sitio en el centro que hacen trajes a medida para series de televisión. Allá que voy. Y al llegar me toman medidas y me preguntan y yo digo que es para una obra de teatro en Mérida. Algo tenía que decir (el sastre curioso preguntaba mucho). Tuve que volver en dos ocasiones más por aquello de ajustar pespuntes y justificar lo estratosférico del precio del ropaje. Y como se suponía que ya había confianza entre alfileres y entretelas el mismo sastre más preguntaba por la dichosa obra. Y yo que no sé mentir acabe diciéndole que en realidad la actriz era una hermana gemela mía que no tenía tiempo para acercarse, que me enviaba ella y que yo no sabía muy bien de qué iba el espectáculo. Casi muero de vergüenza porque sé que no se creyó una palabra. Lógico. Qué apuro. Surrealista.
Mi cliente/amigo/sacrílego estuvo un año entero pidiéndome que me lo pusiera cada vez que venía. Y venía dos veces por semana. ¿Sabéis lo que pesa un traje de esos? Trabajos forzados ponérselo entero. Rostrillo blanco. Túnica hasta los pies. Pañuelo desde la cabeza a cintura. Cinturón de cuerda y cruz de madera. La madre superiora. La madre que lo trajo. Lo practicábamos de pie. El detrás levantándome el faldón. Si eso no es surrealista me diréis. Aún no lo he superado. ¿Cómo se me ocurrió aceptar? Misterios de la ciencia. Eso sí, el traje quedó precioso y cuando lo hablamos todavía nos echamos unas risas con su ocurrencia. Besotes.
Es realmente surrealista y pecaminoso... Me gusta, es para descojonarse.

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Otra que me pasó, fue tener una cita en una de nuestras casas de encuentros poéticos y cuando me estoy preparando para lo que se me avecinaba, me pongo a depilarme los kiwis y mira por donde, ¡zas!, me doy un corte y venga a sangrar por el izquierdo...
Total que sefastidió la cita, y como no me gusta dejar plantado a nadie, llamo y le explico a la jefaza la situación. Ella venga a reírse y a decirme que vaya, que me lo curan entre varias... Lo que me faltaba, la sangre fluyendo con la adrenalina del momento y estas mondadas de risa. Es que los nervios y la exaltación previa hay que guardarlos para otras ocasiones...
 
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Leyendo este hilo tan gracioso que ha decidido abrir el señor psiquiatra, a quien aprovecho para felicitar por la idea, pues llevo un rato riendo a mandíbula desencajada, y relacionado con eso de esconderse en el armario, me vino a la mente una cita con una persona que ocurrió algo extraño.
Al poco tiempo de llegar y estar viendo qué música ponía en la TV, le llaman por teléfono y era una especie de publicista o vendedor de productos eróticos o no se qué, que estaba llegando..., no recordaba que había quedado con dicho señor y me pidió esconderme en la ducha que era diminuta, como de medio metro cuadrado y cerró a cal y canto y me pidió que no me moviese. Vestido y calzado allí me metí, no se oía nada y por suerte le despachó rápido.
Hace mucho de esto, pero recuerdo que lo de después estuvo bastante bien.
 
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A las buenas, soy El Maera.

Esto sucedió en el Barrio Chino de Valencia, en una calle que creo se llamaba "Peu de la Creu". Hará treinta años de aquello.
Yo tenía un amigo que se llamaba Pepe (q.e.p.d) y que era un apasionado de las relaciones duras, con las personas más tiradas y en los sitios más sórdidos. Yo por aquél entonces tenía veintipocos y Pepe sesenta. Mi afición a los toros siempre me hizo tener amigos mucho más mayores que yo...

En fin, a la salida de los toros, Pepe se empeñó en ir a echar unos tragos a los lugares mas sórdidos de Valencia. El caso es que el cabroncete manejaba pasta, pero lo que le gustaba era lo sórdido. Cuanto más siniestro, mejor. Le acompañé a tomar las copas de mala gana, deseando que acabara en cuanto antes.

En un tugurio horrendo, Pepe se metió a bombear con una pandorga vieja, gorda, sucia y desdentada. Yo, mientras tanto, me tomaba con desgana una copa en la barra, esperando a que acabara mi amigo de limpiar las cañerias.

Cuando tenía mis pensamientos muy lejos de allí, noto que me tiran del pantalón hacia abajo. Bajo la vista y veo cómo una enana está agarrando mis pantalones. No era una señora bajita: era una enana. Cabezona, diminuta, con las piernas arqueadas y las manos gordezuelas. Iba vestida con los aderezos clásicos de las pandoras: minifalda y medias de rejilla.

—Hola guapo ¿te vienes a limpiar el polvo conmigo? Me caben los pliumeros igual de bien que a las personas altas. Y soy muy cariñosa y muy pizpireta en el trabajo..

Rechacé la invitación disculpándome como pude. Cual no fue mi sorpresa cuando a los pocos minutos veo pulular por allí a otras dos enanas. Afortunadamente, al poco rato apareció Pepe y nos marchamos de allí. Al parecer la cosa había estado ni fú, ni fá...

Pepe (afortunadamente) no mostró ningún interés por las enanas. Me contó que hace años se encariñó con una y no le entusiasmó. Menos mal, así nos podíamos marchar. Nunca más he vuelto a ver enanas ejerciendo. Era como el Bombero Torero pero en versión discopub a gogo. Digno de una película de Fellini.
 
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Estando con una coach de repente llaman a la puerta y le pasan a un bebe, su hijo que no paraba de llorar, total que me pide disculpas y lo pone en la cama entre los dos hasta que se calmó y se lo pudo devolver a quien se lo ciudaba y pudimos seguir.
 
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En cierta ocasión descubrí de casualidad, después de visitar una web, a una argentina que ponía una foto muy atractiva, con apartamento propio, relativamente cerca de donde vivo. Cuando la vi, no había ninguna trampa, la chica era todo un pibón, que me recibió con una bata abierta y lencería a tope (ligeros negros, todo de diseño), en fin, que pasamos a la habitación, y de los besos en los labios (de la boca), pasé a saborear su hamburguesa... Todo perfecto. Había descubierto una mina de oro, que había que exprimir. A mi tercera cita, al terminar, me dice algo como "tú vas a terminar como Michael Douglas", le pregunto, y me dice que prefiere no dar explicaciones. Cuando salí me fui directamente a Mr. Google, y fue fácil investigar el tema. Menuda HDLGP. Aquello fue como una maldición echada por una bruja. Me empecé a obsesionar con el tema, y cuando me desperté, tenía la boca llena de llagas. Rápidamente se lo conté a un amigo médico, diciéndole que me había comido una carne de hamburguesa en mal estado y con una medicina que me dio, en un par de días todo desapareció.
No volví a tener más citas con aquella coach.
Nunca más he vuelto a tener nada de este estilo, afortunadamente.
 
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A las buenas, soy El Maera.

Amigo Freud, lo que acabas de contar, más que una situación surrealista, es una putada en toda regla. Hace falta ser muy mala persona,para quedar con personas sabiendo que estás enferma y es contagioso. La advertencia final, llena de suspense, sorna y mala leche, es digna de una auténtica harpía. Yo no sé cómo hubiera reaccionado. ¡Vaya serpiente de cascabel!
 
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Os cuento otra, dado que hablo de alguien conocido he tenido sumo cuidado a la hora de guardar la discreción que se merece y que yo siempre doy. Puede ser español o no, puede ser joven o no y cuando aludo a su altura puede ser verdad o no. Todo lo demás ocurrió tal cual lo cuento. Es absolutamente verídico y surrealista.

Quedo con un cliente nuevo. Al abrir pude contenerme y disimular que le reconocía gracias a que aquí la que suscribe (o sea yo misma) tiene más kilómetros que el baúl de la Piquér y gracias a la educación rígidobarraprusiana que mi madre me regaló (gracias mamá), “no saltes, no grites, no corras, no levantes la voz, piensa antes de hablar” (gracias mamá en serio). Es un actor superconocido pero yo me hago la loca (cosa que se me da de lujo) y actúo como si fuera alguien que acabo de ver por primera vez. Lógico ¿no? El no lo sabe pero es la encarnación de mis sueños más húmedos. En alguna de mis otras vidas he debido ser muy pero que muy buena y este es el premio. Dios existe, ahora estoy segura. Entra y me dice que si que bonita mi casa que si que guapa yo, ay madre si es simpatiquísimo, y encima me paga, me ha tocado la lotería sin echarla. Qué suerte tengo.

Le pregunto que cómo es que me ha llamado. Esto es algo que pregunto a veces cuando estoy atacada, una pregunta de lo más tonta. Son los nervios. Me contesta que ha llamado antes a dos y que no le han contestado. Así que me llamó a mí. Hombre chico, empezamos mal. ¿Tú te perdiste la clase en la que se enseñaba a hacer sentir especial a una persona que acabas de conocer? Pero no voy a perder la sonrisa y te perdono. Que estás buenísimo y yo creo que la vida de actor debe ser durísima y no compagina con horarios de clases. Se desnuda. ¿Te gusta mi MiniYo? Sí claro, me gustas tú enterito cielo. ¿Pero te gusta de verdad, tú crees que la tengo exagerada o no? Que sí, suficiente chico, anda calla que me muero de ganas, vamos al lío.

Entrados en faena el muchacho que además de un cuerpazo del quince tenía también un ego que no cabía dentro de mi habitación (y mira que es grande), no paraba de repetir “mira qué suerte tiene la chica que está entrenando con el niño guapo”, os lo juro, veinticinco veces me lo dijo en tres o cuatro posturas distintas . El amigo tenía aguante y creo que aprovechaba el cambio para que yo me fijara en lo bien esculpido que estaba. ¿Chico, qué te pasa? Pero si a mí ya me tenías ganada. Y él dale que dale con el monotema. Y a mí que me chirriaba ya la frasecita de “mira qué suerte tiene la chica que está entrenando con el niño guapo” se me acabó la paciencia. Y se me cortó el rollo.

Sinceramente parecía un loro (de los bonitos pero muy pesado) en modo bucle. Disco rayado. Una pena porque el chico estaba de toma pan y moja y no pude disfrutarle. Si ya sabía yo, nada, que no he debido ser tan buena en ninguna de mis otras vidas. Por ver si se callaba le dije que me gustaba su voz, que la tenía preciosa, (cosa que era verdad). Su dicción era perfecta, una pena que su repertorio fuera tan limitado y circunscrito a “mira qué guapo soy y qué suerte tienes”. Y sonriendo me dijo que él hablaba así de bien por su trabajo. ¿Eres locutor?, le pregunté. Y sonriendo con énfasis me dijo que no, ¡que era actor! Y que seguro seguro le había visto en alguna de sus múltiples actuaciones (estaba de rabiosa actualidad y yo lo sabía, pero él por suerte no alcanzaba a conocer qué es lo que yo sabía o dejaba de saber). Yo con cara de póker le contesté que no veía la tele nunca, que no iba al cine y que lo sentía pero jamás le había visto. Que en la peluquería nunca cogía revistas porque me solía llevar mi propia lectura y que ya sentía no saber quién era. Pensé, te lo mereces por pesado y ególatra. Y no contenta añadí que jamás lo hubiera adivinado, que sinceramente no me daba el perfil. Que había pensado que como no tenía mal cuerpo debía ser profesor de zumba o algo así (profesores de zumba del mundo, perdonadme).

Me lo cargué, literalmente, se desinfló como un castillo hinchable atacado por termitas asesinas y muertas de hambre. Es lo que tiene el narcisismo patológico, que es frágil como una pompa de jabón. Me arrepentí al instante de ser una bruja piruja pero ya no podía retractarme. Se quedó tan chafado que pasó de sacarme dos cabezas a caber dentro de mi puño. No le apetecía ni moverse y con voz contrita me amplió una hora más el servicio. La siguiente media hora me la pasé intentando subirle la moral, diciéndole lo guapo que era y la suerte que yo tenía de estar entre sus brazos. Surrealista. Definitivamente en ninguna de mis otras vidas he debido ser buena. Cuando se fue, su ego y el mío volvían a no caber en la misma habitación. Yo había adelgazado un kilo por el esfuerzo. Qué castigo. Señor, ¿por qué me has abandonado?

Besotes.
 
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Buenas noches:
Os cuento otra también bastante surrealista:
Había quedado con una de las "diosas" de nuestro foro, que prefiero no identificar, ya que a pesar de lo que cuente me llevo estupendamente con ella; el caso es que cuando llego al piso de la diosa, habiendo pasado previamente por una pastelería para llevar unos bombones, como buen caballero que "a veces" soy.
Llamo al timbre sin que me abran. Me quedo en la antesala haciendo tiempo, y de repente veo a un individuo que entra del tirón, sin necesidad ni siquiera de tocar el timbre. Total, que ante la certeza de que hay alguien en el piso, insisto con el timbre, hasta que sale la persona con la que había quedado y me propone un cambio de planes, consistente en hacer un triángulo, con el individuo misterioso. Me conserva el precio pactado. Yo le digo que me iba a cortar el estar con un tío que no conozco de nada. Que no se preocupe, y me doy la vuelta.
La verdad es que el contratiempo me tocó los c. y salí del portal algo mosqueado, improvisando nueva cita en una de nuestras casas de entrenamiento, de las que ya era cliente conocido. Allí llegué con mis bombones que disfrutaron las entrenadoras y entrené y sudé con una buena coach con la que disfruté y pude olvidar mi cabreo.
Con la diosa inicial, volví a verme en otras circunstancias y seguimos siendo buenos amigos. El individuo que se me coló, también lo conocí, es un forero con el que me llevo estupendamente y hemos quedado en varios saraos, divertidos y desparramados.
Un abrazo forer@s.
 
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A las buenas, soy El Maera.

De esto hará unos veinte años. Última corrida de las Corridas Generales de Bilbao de aquel año. Victorinos duros y correosos, que pusieron a prueba a los matadores. Y como casi siempre ocurre cuando los toros salen encastados y dificiles, los toreros estuvieron mal.

Terminada la corrida, mi amigo Vicente y yo nos volvimos a Madrid. Yo al volante, y Vicente de copiloto, comentando las incidencias gastronómicas, taurinas y variadas de una semana de derroche en Bilbao. Recuerdo que paramos en Burgos a cenar. Una cena ligerita, huevos fritos con morcilla (de Burgos, naturalmente). Llegados a Madrid, resulta que no nos apetecía irnos a dormir. Total, que terminamos en el club de moda en aquellos momentos.

Serían las dos de la mañana cuando entramos en el garito. Y resulta que vemos acodados en la barra a dos de los tres matadores que habían toreado por la tarde en Bilbao. Cada matador tenía agarradas por la cintura a bellezones de tronío, de las mejores del local. Ni corto ni perezoso, mi amigo se dirige a los toreros y les espeta:

—A estas sí que os arrimáis. Y no a los victorinos de esta tarde en Bilbao. ¡Habéis corrido como gamos!

Uno de los matadores, haciendo gala del nulo sentido del humor que tienen casi todos los toreros, se arrancó, cogiendo del pecho a mi amigo. Mi amigo le dijo:

—Esos huevos para el toro, Maestro.

El otro matador, más veterano y sensato, únicamente dijo:

—Vámonos.

Dejó cincuenta euros para pagar las bebidas y cogiendo del brazo a su compañero, salió del local.

Entonces yo regañé a Vicente.

—Joder Vicente, eres la hostia. Hemos estado a punto se salir a hostias por tu culpa. A quién se le ocurre mentar la soga en casa del ahorcado.
—Pero es que han estado muy mal esta tarde.
—Sí. Pero no es el momento ni el lugar de decirlo.

Y en este momento se diluyó la conversación. Unos brazos de modelos pecaminosas se abrazaban a nosotros. Finalmente, aquellos bellezones de bandera interactuaron con nosotros.
 
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