Empezaré a contar esta anécdota ciertamente surrealista, diciendo la típica frase de que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Aunque lo que me pasó aquél día se parece bastante a lo siguiente:
Estaba en Madrid, pasando unos días del pasado mes de enero, cuando cayó la famosa nevada, que convirtió la capital en algo parecido a una estación de esquí.
Cuando pasaron unos días oí hablar de una Sensei que se anuncia en este foro. Contacté con ella, siendo muy amable al explicarme con detalle el sitio donde debía de ir. Como no tengo coche, me bajé en una parada de metro en el barrio de Hortaleza y desde allí, me dijo que tendría que andar unos 10´.
La realidad es que cuando salí de la estación, me encontraba algo perdido, así que me puse en manos del navegador del móvil. Era bastante complicado avanzar sin unas buenas botas de nieve, ya que casi todo estaba congelado, y eso hacía que fuera muy difícil guardar el equilibrio. Estaba claro, que así iba a llegar tarde a mi cita. En un momento dado pegué un traspié y me caí de espaldas dándome un golpe en la cabeza. No me dolía nada, pero me quedé un rato así, y de repente “soñé” que se acercaba hacia mí un joven, con un trineo tirado por una manada de perros Huskis. ¿Realmente lo soñaba?, ¿eran alucinaciones provocadas por el golpe en la cabeza? El caso es que me incorporé sentándome y el conductor del trineo, se paró junto a mí y me preguntó por mi estado y a donde iba. Se lo dije y amablemente me ofreció ir montado en el trineo. Me llevó como en volandas y llegué puntual a mi cita. Luego, la Sensei con la que había quedado me pareció todo un regalo a la vista y demás sentidos; pero esa es otra historia, que contaré en su sección correspondiente…
Estaba en Madrid, pasando unos días del pasado mes de enero, cuando cayó la famosa nevada, que convirtió la capital en algo parecido a una estación de esquí.
Cuando pasaron unos días oí hablar de una Sensei que se anuncia en este foro. Contacté con ella, siendo muy amable al explicarme con detalle el sitio donde debía de ir. Como no tengo coche, me bajé en una parada de metro en el barrio de Hortaleza y desde allí, me dijo que tendría que andar unos 10´.
La realidad es que cuando salí de la estación, me encontraba algo perdido, así que me puse en manos del navegador del móvil. Era bastante complicado avanzar sin unas buenas botas de nieve, ya que casi todo estaba congelado, y eso hacía que fuera muy difícil guardar el equilibrio. Estaba claro, que así iba a llegar tarde a mi cita. En un momento dado pegué un traspié y me caí de espaldas dándome un golpe en la cabeza. No me dolía nada, pero me quedé un rato así, y de repente “soñé” que se acercaba hacia mí un joven, con un trineo tirado por una manada de perros Huskis. ¿Realmente lo soñaba?, ¿eran alucinaciones provocadas por el golpe en la cabeza? El caso es que me incorporé sentándome y el conductor del trineo, se paró junto a mí y me preguntó por mi estado y a donde iba. Se lo dije y amablemente me ofreció ir montado en el trineo. Me llevó como en volandas y llegué puntual a mi cita. Luego, la Sensei con la que había quedado me pareció todo un regalo a la vista y demás sentidos; pero esa es otra historia, que contaré en su sección correspondiente…
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