Efectivamente, tienes razón, PrincesaRebeka. Esa excitación frente a lo nuevo es a veces irrefrenable por muy completo que tengas el menú.
Pero la cuestión es muy compleja. Cada persona es un mundo individual de sensaciones contradictorias y de pasiones ilógicas.
Quizás, y digo quizás, la cuestión no es te casarías con una masajista? Pues no, podría ser la otra cara de la pregunta, por ejemplo, te casarías con un díscolo? Porque estoy seguro de que prácticamente todas las damas y, por supuesto, muchas masajistas (salvo excepciones, por supuesto) huirían despavoridas ante el simple hecho de pensar en tener una relación con un hombre disperso.
La pregunta correcta, desde mi punto de vista sería ¿te casarías con una masajista que siguiera trabajando? Esa sí es la pregunta del millón. Mi respuesta sería sí. Hoy. Como decía antes, tener una relación con una masajista es un valor añadido. Pero depende de ella, sus motivaciones para ser masajista y de mi. Pero lo que pienso ahora no lo pensaba antes. Hace 10 años hubiera dicho que no. O que sí con ciertos límites. Pero hay 1000 factores y condicionantes. Y es tan sólo mi mi opinión.
Pero el hecho incuestionable es que los sentimientos nacen, sea como sea la razón, pues somos seres humanos.
Se pueden buscar explicaciones sobre la relación entre gurú y hombre díscolo. Pero cada uno tiene la suya.
Podría ser esa adrenalina que nace en el momento de la búsqueda de esa profesional desconocida que te transmite un deseo intimo de tener sesiones de masaje con ella, que continua en las conversaciones y contactos entre ambos hasta el momento en que se cierra la cita y te presentas en la puerta antes de conocerla pensando ¿es lo que espero? ¿saldré satisifecho? Y crees que será la más profesional y que cumplirá tus deseos y tus más bajos instintos. Y que sudará y disfrutará contigo. Pues para eso es masajista¿no? Aunque la realidad sea otra.
O esas pulsaciones que a ella se le provocan y hacen que el corazón se acelere cuando ese desconocido que solicita tus servicios tenga cara por fin y piense ¿es lo que imagino, cómo será?
Lo que después pasa es lo evidente. Lo pactado.
Pero a veces y después hay favoritos y favoritas. Y repites. Y empiezas a pensar en verla pronto. Y a ella le agrada que la visites. Y no sólo porque la pagas. Y ella te envía un correo o un whatsapp de vez en cuando que te alegra el día (antes un sms) que te hace pensar en ella de otra manera. Y contratas una hora y te quedas tres. Y luego cuatro. Y un día quedas para comer y piensas en la persona que hay detrás de la masajista, lo que esconde, sus motivaciones. Su vida real, no su personaje. Y te da igual que sea masajista. Es más, compartes con ella tus pasiones mas ocultas. Y quieres verla. Y te da su teléfono particular. Y sabes cuál es su verdadero nombre. Y no quedas con la coach. Sino con la persona que hay detrás. Y el hecho de que sea coach es un valor añadido. Pero tú quieres ver a quien se esconde tras la máscara. Y tu, pues haces lo mismo. Y dejas de ser tu personaje díscolo. Y empiezas a ser tu.
Esto me pasó 2 veces en mi vida. De hecho, me está pasando ahora. También he tenido relaciones evidentemente con mujeres que no fueron gurús. Y satisfactorias. Tras y durante más de 20 años de ser díscolo, de modo intermitente. Y el hecho incuestionable es que los sentimientos no se pueden controlar. Les puedes dar acceso o no. Pero es así. Da igual cómo nacen y de dónde parten. Pero mis condicionantes son sólo míos. Y cada uno tiene los suyos. Y son tan respetables como los míos.
Son equivocados o acertados, como cualquier sentimiento. Pero eso lo decide la persona.
¿Son sentimientos magnificados, cariño mal entendido, necesidades temporales mal resueltas? ¿O es un tipo de amor, extraño, atípico y diferente, pasajero o más permanente de lo habitual? Dentro de 15 años os lo cuento, por decir una fecha. Que cada uno saque sus propias conclusiones. Y que cada uno lo llame como quiera.
Y mi conclusión final es que, a pesar del dicho "todos los hombres queremos una gurú en la cama y una dama en la cocina", yo he tenido una gurú en la cocina, en el salón, en el coche y aún la tengo. Pero también tengo, sobre todo, a la persona que está detrás. Pero con el paso del tiempo todo cambia. La coach ya no es tan coach. O sí. Y la persona que está detrás es la persona que es. Sea masajista o no. Y esos nuevos menús tan atractivos... Siempre están ahí. Y la insatisfacción humana, aunque lo tengas todo, ahí está. Incuestionable. Nunca hay suficiente. Siempre queremos algo distinto o algo más.
Como decía en mi anterior post. Maldita dualidad.
Gracias por vuestros comentarios a Anibal, Angelina y PrincesaRebeka.