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Por fin te encontré, mi Gusano.
Esta va de insultos, dejemos a los ministros a un lado (que también se lo merecen).
Tuve una vez un llameante, que adoraba ser insultado, pero no de cualquier forma (con clase y cultura). Me estudié el Google, vaya que sí lo hice.
El resultado mañana, tengo todos los insultos en una hoja que tengo que encontrar (en latín, en castellano antiguo, en gallego, y en lengua de ahora).
P. D.: ¡¡Para abrir boca Ructabunde (en latín, algo parecido a saco de vómitos).
¡Le ponía malo!
Lo titulo “Mancer“ (en castellano antiguo, Bastardo).
A colación de mi nota anterior, tenía un llamante que sólo quería ser insultado, pero no de cualquier manera, en lenguas vivas o muertas y se corría, y si lo hacías bien, te duraba horaaas.
Cogí la enciclopedia (cuando las había).
—Hola Paloma, soy Mancer, ¡sólo quiero que me insultes de una manera original!
Joder —pensaba yo— qué coño le digo. Empecé suave, castellano normal de andar por casa pero con mala leche: Cara culo, picha corta, mamarracho, cuerpo de otro, ¡Gusano baboso!
No funcionó y me colgó. Volvió a llamar otro día.
—Hola Paloma, soy Mancer, cúrratelo un poco más, el otro día sólo se me puso dura con “ Gusano baboso”. Algo clásico, algo de la tierra.
Iba preparada:
“Ructabumde” (en latín: saco de pedos).
“Rebullo de fiemo” (en gallego: montón de mierda).
“Chiquismisquí” (Huelva: individuo mal considerado socialmente).
Y aquí viene lo bueno, mientras yo repetia una y otra vez estos palabros, que me había pasado un amante cultureta. Mi Gusano baboso, mi Mancer de voz tranquila y ronca se corría, gemía, jadeaba. Decía cosas como: ¡vamos a fornicar juntos en un lupanar! ¡Todo era muy Rococó!
A mí me ponía cachonda, era tan raro.
—Te voy a lamer “el néctar que supuras“.
Bueno en mi pueblo se llama flujo o corrida —yo le contestaba y... me colgaba.
Yo pensaba: Paloma nada de desparpajo, aquí impera el insulto con cultura, clase e historia de España (a poder ser). Me preparé, estudié, le chupé la polla a mi amante cultureta y me lo tragué. Después de limpiarme le dije: dame más palabras por favor.
—Hola Paloma, soy Mancer, ¿qué tienes de bueno para mí?
Me vine arriba, vale, empecé y no paré y acabé con un clásico televisivo mientras me masturbaba pensando que este señor me comería el coño recitando a Juan Ramón, Miguel Hernández, los Machado.
Voy...
“Miramelindo”.
“Pisaverde”.
“ Petrimetre”
“Saco de guano”.
“¿Pero tú tienes estudios piltrafilla?” (anuncio del atún Calvo).
Se corrió, de lo lindo, estuvo tiempo al teléfono, me dio las gracias en castellano actual y desapareció.
Terminé de currar y llamé a mi amante cultureta. Le dije quiero follar en latín, griego y lo que sea.
Llegué, me bajó las bragas, yo chorreaba. Mientras me empotraba a lo bestia, la única palabra que salía de mi boca era: ¡¡Mancer, Mancer, Mancer!!
P. D.: Cuando lo antiguo y lo nuevo se encuentran, ¡¡se levanta El Polvo!!
Lo titulo “Mancer“ (en castellano antiguo, Bastardo).
A colación de mi nota anterior, tenía un llamante que sólo quería ser insultado, pero no de cualquier manera, en lenguas vivas o muertas y se corría, y si lo hacías bien, te duraba horaaas.
Cogí la enciclopedia (cuando las había).
—Hola Paloma, soy Mancer, ¡sólo quiero que me insultes de una manera original!
Joder —pensaba yo— qué coño le digo. Empecé suave, castellano normal de andar por casa pero con mala leche: Cara culo, picha corta, mamarracho, cuerpo de otro, ¡Gusano baboso!
No funcionó y me colgó. Volvió a llamar otro día.
—Hola Paloma, soy Mancer, cúrratelo un poco más, el otro día sólo se me puso dura con “ Gusano baboso”. Algo clásico, algo de la tierra.
Iba preparada:
“Ructabumde” (en latín: saco de pedos).
“Rebullo de fiemo” (en gallego: montón de mierda).
“Chiquismisquí” (Huelva: individuo mal considerado socialmente).
Y aquí viene lo bueno, mientras yo repetia una y otra vez estos palabros, que me había pasado un amante cultureta. Mi Gusano baboso, mi Mancer de voz tranquila y ronca se corría, gemía, jadeaba. Decía cosas como: ¡vamos a fornicar juntos en un lupanar! ¡Todo era muy Rococó!
A mí me ponía cachonda, era tan raro.
—Te voy a lamer “el néctar que supuras“.
Bueno en mi pueblo se llama flujo o corrida —yo le contestaba y... me colgaba.
Yo pensaba: Paloma nada de desparpajo, aquí impera el insulto con cultura, clase e historia de España (a poder ser). Me preparé, estudié, le chupé la polla a mi amante cultureta y me lo tragué. Después de limpiarme le dije: dame más palabras por favor.
—Hola Paloma, soy Mancer, ¿qué tienes de bueno para mí?
Me vine arriba, vale, empecé y no paré y acabé con un clásico televisivo mientras me masturbaba pensando que este señor me comería el coño recitando a Juan Ramón, Miguel Hernández, los Machado.
Voy...
“Miramelindo”.
“Pisaverde”.
“ Petrimetre”
“Saco de guano”.
“¿Pero tú tienes estudios piltrafilla?” (anuncio del atún Calvo).
Se corrió, de lo lindo, estuvo tiempo al teléfono, me dio las gracias en castellano actual y desapareció.
Terminé de currar y llamé a mi amante cultureta. Le dije quiero follar en latín, griego y lo que sea.
Llegué, me bajó las bragas, yo chorreaba. Mientras me empotraba a lo bestia, la única palabra que salía de mi boca era: ¡¡Mancer, Mancer, Mancer!!
P. D.: Cuando lo antiguo y lo nuevo se encuentran, ¡¡se levanta El Polvo!!
¡¡Homenaje a los chóferes puteros!!
He tenido dos chóferes en mi vida de puta.
Uno deseado y no realizado. Y otro realizado y luego deseado. Ellos son: José y Antonio.
Empiezo por el segundo.
Cuando terminaba mi fase de teléfono erótico y empezaba mi camino de “puta diplomática de toda la vida”, conocí a mi chófer Antonio. Podía ser mi padre (eso me pone), hombre alto, aseado, ojos grises preciosos, canas las justas, y una verborrea impresionante.
Yo salía de un servicio y me decía: ¡Enséñame esa sonrisa!
A veces mi sonrisa era amplia y otras no tanto, entonces Antonio me hablaba de las cuatro Pes: ¡¡¡Para, Piensa, Procesa y Prosigue!!! Yo le hacía caso, hasta el día que le empecé a desear. Quería follarle (él ni se lo imaginaba), quería follarme a mi papá taxista, ¡a mi filósofo del asfalto!
Un buen día le dije: para de darme consejos, te voy a enseñar mis cuatro Pes: Pon Polla Perenne Para mí (este último me lo saco de la manga). Le agarré la polla mientras conducía, se le puso dura al instante, descubrí que Antonio tenía tres brazos (pedazo de polla amigos). Me miraba sin creérselo, pero su polla decía: sigue Putita, sigue. Paró el coche en un lugar tranquilo, se la saqué (era grande y sonrosada, olía a gloria), me la metí hasta la garganta, le chupé sus preciosos huevos. Me monté encima, sin quitarme las braguitas (sólo las aparté, era verano), ¡y me lo Folleeé! Mi coño chorreaba, mientras él decía: ¡¡¡esto no está bien, esto no está bien!!!
Me follé a mi papá filósofo, me corrí encima de su polla y él en mi culo..., qué gustazo sentir su leche en mi culo, a veces la leche es tan poderosa que te llega hasta las orejas, y así fue, ¡vaya corrida Amigo!
Seguimos trabajando juntos un tiempo, pero nunca volvió a repetirse.
Pienso: A veces surgen momentos, instantes, y no hace falta ponerle letras, ¿verdad?
El primer Chófer: José. Es una fantasía sin realizar, pero deseable.
Él es guapo, pelo rizado negro, ojos verdes, pajillero guarro y me lo cuenta.
José, nunca fue mi chófer (me lo hubiera follado el segundo día). Pero José sabía (porque esperaba), cuando tenías un servicio en una casa y luego tenías que ir a otro sitio. Él tenía que esperar, ¡¡oyendo cómo follaba!!
Me confesó que se masturbaba mientras me esperaba, abajo en la cocina... ¡Me pone toda cachonda saberlo!
P. D.: Mis cuatro Pes: ¡¡Puta, Poderosa, Primordial, Pedorra!!
¡¡Homenaje a los chóferes puteros!!
He tenido dos chóferes en mi vida de puta.
Uno deseado y no realizado. Y otro realizado y luego deseado. Ellos son: José y Antonio.
Empiezo por el segundo.
Cuando terminaba mi fase de teléfono erótico y empezaba mi camino de “puta diplomática de toda la vida”, conocí a mi chófer Antonio. Podía ser mi padre (eso me pone), hombre alto, aseado, ojos grises preciosos, canas las justas, y una verborrea impresionante.
Yo salía de un servicio y me decía: ¡Enséñame esa sonrisa!
A veces mi sonrisa era amplia y otras no tanto, entonces Antonio me hablaba de las cuatro Pes: ¡¡¡Para, Piensa, Procesa y Prosigue!!! Yo le hacía caso, hasta el día que le empecé a desear. Quería follarle (él ni se lo imaginaba), quería follarme a mi papá taxista, ¡a mi filósofo del asfalto!
Un buen día le dije: para de darme consejos, te voy a enseñar mis cuatro Pes: Pon Polla Perenne Para mí (este último me lo saco de la manga). Le agarré la polla mientras conducía, se le puso dura al instante, descubrí que Antonio tenía tres brazos (pedazo de polla amigos). Me miraba sin creérselo, pero su polla decía: sigue Putita, sigue. Paró el coche en un lugar tranquilo, se la saqué (era grande y sonrosada, olía a gloria), me la metí hasta la garganta, le chupé sus preciosos huevos. Me monté encima, sin quitarme las braguitas (sólo las aparté, era verano), ¡y me lo Folleeé! Mi coño chorreaba, mientras él decía: ¡¡¡esto no está bien, esto no está bien!!!
Me follé a mi papá filósofo, me corrí encima de su polla y él en mi culo..., qué gustazo sentir su leche en mi culo, a veces la leche es tan poderosa que te llega hasta las orejas, y así fue, ¡vaya corrida Amigo!
Seguimos trabajando juntos un tiempo, pero nunca volvió a repetirse.
Pienso: A veces surgen momentos, instantes, y no hace falta ponerle letras, ¿verdad?
El primer Chófer: José. Es una fantasía sin realizar, pero deseable.
Él es guapo, pelo rizado negro, ojos verdes, pajillero guarro y me lo cuenta.
José, nunca fue mi chófer (me lo hubiera follado el segundo día). Pero José sabía (porque esperaba), cuando tenías un servicio en una casa y luego tenías que ir a otro sitio. Él tenía que esperar, ¡¡oyendo cómo follaba!!
Me confesó que se masturbaba mientras me esperaba, abajo en la cocina... ¡Me pone toda cachonda saberlo!
P. D.: Mis cuatro Pes: ¡¡Puta, Poderosa, Primordial, Pedorra!!
Recuerdo aquellos morbosos que te preguntaban si tenías pelo en el coño de un color o de otro.
Siempre me pregunto ¿por qué?, me importa muy poco el pelo (entiéndase vello púbico), me importa la carne de buena calidad, dura que dure, y larga que llegue.
Escribiré un relato, sobre el tema: pelos en nuestras partes, ¡tendrá que que ver con el poder! ¡El pelo es importante!
¿Me tienes que tirar de los pelos para correrte?
P. D.: Me queda saber a quién le interesa, tirar del pelo, tener o no pelo en según qué partes ¡para follar y lo organizo! Para el relato, digo.
Con pelos o sin pelos.
@Paloma. El pelo en el pubis a mí particularmente me pone, no para tirar, no lo hago, es su estética, es el roce en mi cara cuando saboreo un coñito, tengo que reconocer que me encanta jugar con mi lengua y pasar la mano suavemente sin apenas tocar y ver cómo se estremece mi compañera de juegos y se le eriza la piel y acariciar su piel como si fuera el viento.
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