"Llegó con su espada de madera"
Una de mis canciones favoritas de Sabina (que me gusta, y en su momento me ponía, por ser una canción tremendamente madrileña, como yo) Salí del curro, con mi música, camino del metro, pero se me había olvidado algo, habían pasado diez minutos desde que me fui.
—Pilar —supervisora tetona—
, se me ha olvidado el cargador del móvil, ¿me abres y subo?
— Ehhh, no, espera, ¡¡te lo bajo yo!!
—
Vale.
—Paloma, ¡sube!
Subo tranquila, entro:
—Hola Pilar.
—Hola...
Luces apagadas, no entiendo nada, veo la sombra de Pilar inconfundible, me acaricia y me dice:
—¿Quieres jugar o tienes prisa?, ni se te ocurra contar nada, ¡¡si no te vas!!
Soy tan viciosa, tan curiosa... que me quedé.
—Tienes que vendarte los ojos, y ven conmigo, jajaja, jijiji.
Me llevó de la mano, oía respiraciones de ocho o diez personas, jadeaban, como si estuvieran follando desde que me fui. Pilar me dice:
"Desnúdate, no te va a pasar nada que tú no quieras" (lo hice). Muchas manos en mi cuerpo y sabía que estaba él (Gusano Baboso), él huele diferente, él es más guarro que todos, no había sonidos, sólo jadeos. Me sobaron entera, me rompieron las medias, me chuparon el coño con las bragas puestas, se llevaron mis bragas (jamás las encontré), y de repente... alguien se levantó, y paró la escena.
Ningún sonido. Alguien me agarró, puso mi cabeza contra la pared, de manera más o menos violenta (lo justo para ponerme cachonda). Y otra vez esa voz en mi oído:
"Me encantas, zorra, me encantas" y esta vez añadió:
"Este coño es mío". Cuanto más posesivo se pone un dominante en potencia ¡más burra me pone!
Me lamió el coño y el culo, mientras yo oía cómo el resto se pajeaba y follaba a costa del espectáculo.
Y luego, sin piedad, me folló el culo y el coño a su antojo (me destrozó, para bien).
Pilar me decía:
"Te voy a poner un poco de hielo en el coño, ¡¡porque ahora se te van a follar los demás!!".
Me chuparon, follaron, sodomizaron, durante una hora o más, personas que no veía, ni conocía.
Cuando creí que todo había terminado, cachonda perdida, a punto de quitarme la venda de los ojos, Pilar me la vuelve a atar (soy tan obediente cuando me interesa).
—Espera —me dice Pilar—
, ¡quiere estar un rato contigo! ¡Ya sabes quién!
Me quedé desnuda, vendada, cachonda y obediente, esperando al de la voz ronca y tranquila...
Entra alguien..., el olor, el olor, huele a él. Me dice al oído:
"¿Cuál es tu canción o cantante favorito?".
Me acordé de la que estaba escuchando cuando volví a subir:
—Sabina, la de "Llegó con su espada de madera".
—Ponla..., es lenta —dice él—
, yo soy muy cañero, pero me voy a correr en tu culo, zorra, antes de que acabe la canción.
El polvo duró lo que dura la canción..., es lenta..., me destrozó, me llenó el culo... el muy cabrón. Yo le decía:
"Bestia, animal, me vas a partir en dos", cuanto más le decía eso, ¡más bruto se ponía! Se corrió, sentí cómo palpitaba su polla en mi culo, se quedó un rato el muy guarro dándome, hasta que se le bajó, la sacó y chorreó todo, bajó a mi culo y se bebió lo que salía (con este momento me he hecho pajas durante años).
Al final me dijo en susurros:
"Cuando oigas esta canción, en vez de ser tu favorita en plan cursi, ¡será con la que te destrozaron el culo!".
Se fue, no sin decirme al oído:
—¡¡Me encantas, me encantas!!
Me quedé parada, dos minutos, me quité la venda, vi mi ropa en el suelo, me vestí, me dolía el culo. Sonó mi móvil, era Pilar:
—¡Te tienes que ir ya!
Me fui, llena de deseo y de sexo duro, me puse mi canción "Llego con su espada de madera" (creo que el título no es ese, pero es como empieza), y en el taxi mientras la escuchaba, pensé: Me voy a hacer tres, cuatro o seis pajas pensando en Él.
P. D.: Ese día descubrí que te puedes hacer tres pajas seguidas pensando en alguien, descanso, y otras tres mientras escucho a Sabina:
"Llegó con su espada de madera y zapatos de payaso a comerse la ciudad, compró suerte en Doña Manolita y al pasar por la Cibeles se la quiso follar”, laralí, laralá.